RefrescarMuestra

Una vez que hemos renovado nuestra visión del camino por delante, también debemos reavivar o refrescar nuestro fuego.

Refrescar tu fuego es fortalecer lo que queda para garantizar que tus cimientos se mantengan firmes y puedan sostenerte a largo plazo.

A través del proceso templado, el acero y otros metales se someten a un calor intenso donde se purifican y fortalecen. A medida que se aplica el calor, las impurezas salen a la superficie y se eliminan dejando un metal puro. Curiosamente, la dureza del metal se reduce a través del fuego; sin embargo, se incrementa su flexibilidad bajo presión, o ductilidad. Esto hace que la fuerza general y la versatilidad aumenten.

Se doblará ante la adversidad, pero no se romperá.

Hay momentos en nuestras vidas en los que pasamos por fuegos y presiones que son cualquier cosa menos cómodas. Ya sea que se trate de una dolencia física, una dificultad financiera, un desafío relacional o una sequedad espiritual, estos tiempos ponen a prueba el núcleo mismo de nuestra personalidad. El fuego trae las impurezas a la superficie, pero cada uno de nosotros debe elegir eliminarlas de nuestra vida. El fuego rompe nuestra propia dureza, pero hay fuerza en aprender a ser flexible. Aunque estos “fuegos” no son deseables, cuando sometemos nuestra vida a la voluntad del Espíritu Santo, comienzan a exponer las impurezas de nuestra vida, reducen nuestra “dureza” y nos dan fuerza y ​​flexibilidad para el propósito que Dios ha establecido para nuestra vida.

Nosotros también nos doblegaremos ante la adversidad, pero no nos quebraremos.

Tal vez tu fuego ha sido avivado o sofocado. Tal vez tus brasas aún estén al rojo vivo, o tal vez estén comenzando a enfriarse. Dondequiera que estés en tu viaje, no es demasiado tarde para añadir leña y revitalizar el fuego dentro de ti.

No te rindas.

En lugar de eso, fortalece lo que queda y observa cómo crece tu fuego.