Crecer en amorMuestra

Un amor creciente es humilde

¿Te gusta aprender nuevas habilidades? Llevo más de dos años tomando lecciones diarias de español desde mi teléfono. ¡Ha sido muy divertido! 

Me gusta crecer en conocimiento y comprensión sobre prácticamente cualquier cosa. De hecho, ignorar algo me asusta un poco. Tal vez sea porque me hace sentir vulnerable, ignorante o insignificante, mientras que el conocimiento me da una sensación de confianza en mí misma y control. 

Y ahora es el momento de que te confiese algo bastante feo. Soy una sabelotodo en rehabilitación y me encanta tener razón. Si puedes identificarte, ¡espero que este devocional te bendiga y te ayude!

Esta es la cuestión: aprender es bueno. ¡Necesitamos especialmente crecer en nuestro conocimiento de la Palabra de Dios! Pero hay algunos problemas con el conocimiento, que veremos en las Escrituras de hoy. 

De hecho, te animo a que dediques un poco más de tiempo a leer los pasajes de hoy. 

Mientras lo haces, considera estos dos grandes problemas del conocimiento: 

1. Podemos depender demasiado fácilmente del conocimiento en lugar de Dios. 
2. Podemos volvernos orgullosos y estar a la defensiva de nuestro conocimiento.

Este deseo de conocimiento y de tener razón crea una enorme tentación de menospreciar a otros que piensan o actúan de manera diferente a ti. Y exaltar el conocimiento te aislará de aquellos que carecen de tus puntos de vista. 

¿Dónde está exactamente el amor o la oportunidad de compartir eficazmente el evangelio en todo esto? Si esa pregunta te duele un poco, ¡te confieso que estoy aprendiendo esto contigo! 

En última instancia, el orgullo y el amor no coexisten. 

Para amar como Jesús, quien, como Dios, lo sabía todo y, sin embargo, se despojó de su estatus para servir, enseñar y rescatar a la humanidad, necesitaremos caminar en su humildad. 

Y para hacer esto, debemos perder todo orgullo. 

Amar humildemente como Jesús significa saciar cualquier conocimiento que tengamos con la sabiduría y el discernimiento de Dios. Sólo entonces seremos capaces de comprometernos compasivamente con las personas, hacerles preguntas y valorarlas allí donde están, en su alegría o en su dolor, en su pecado o en su ignorancia. Eso es lo que hizo Jesús. 

Debemos convertirnos en H.I.P. con la gente: Humildes. Interesados. Presentes. Porque amar realmente a las personas requiere verlas y escucharlas bien, no solo informarlas.

Cada día, la elección es nuestra. Podemos vivir desde el conocimiento moralista, o podemos vivir desde la verdad humilde y llena de gracia y el amor salvador de Cristo. 

Como nos recuerda 1 Corintios 13, nosotros vemos sólo una parte, pero Dios ve el panorama completo. Así que confiemos en Su manera de amor humilde. 

Ora: Haz una pausa y busca al Padre. Pídele al Espíritu Santo que te abra los ojos a cualquier orgullo secreto. Pídele que te convenza cada vez que surja el orgullo. Pide que el amor de Dios se convierta en lo más evidente de tu vida.