Vencer a La Ansiedad en Su Propio TerrenoMuestra

Sincerarse

¿Eres alguien que se preocupa con facilidad? ¿Tienes ataques de pánico que te inmovilizan en los momentos más inoportunos? ¿Te estresas y pierdes la calma con una frecuencia alarmante?

No pasa nada por admitir que sufres ansiedad. La mitad del problema es el estigma asociado a este padecimiento y el hecho de que sentimos que debemos ocultar por lo que estamos pasando. Pero lo cierto es, que nos liberamos cuando nos sinceramos con Dios, con nosotros mismos y con nuestros amigos de confianza acerca de que estamos luchando contra este enemigo invisible pero muy real. Todo lo que nos mantiene cautivos pierde su poder cuando lo sacamos de la oscuridad y lo llevamos a la luz. En la luz podemos ver claramente con qué estamos tratando y certificar si merece la atención que le estamos prestando. Nuestras ansiedades pueden tener su origen en acontecimientos muy reales y preocupantes de nuestra vida o pueden deberse a miedos imaginarios o irracionales. Una vez que admitimos que tenemos un problema, podemos examinar más de cerca lo que está provocando esa ansiedad y exponerlo todo ante nuestro Dios, que nos pide que descarguemos toda la ansiedad en él porque se preocupa por nosotros. Admitirlo y afrontarlo reduce la vergüenza y el sentimiento de culpa que suelen acompañar a la ansiedad, al tiempo que nos permite buscar la ayuda de quien mejor nos conoce: nuestro Creador. Al incluir a Dios en el revoltijo de emociones con el que nos enfrentamos, a través de su palabra y de una conversación continuada con él, empezaremos a ver más clara nuestra situación. Puede que no haya respuestas a tus preguntas, pero será su presencia silenciosa y su suave fuerza la que te envuelva.  Al comenzar tu relación con Dios, descubrirás que es necesario renunciar a la necesidad de control para dejar que Dios sea Dios y tú seas tú. Dejar las cosas en manos de Dios, no es algo que suceda una vez en la vida, sino una disciplina regular, a veces incluso diaria. Puedes confiar en que Dios te cuidará como el Padre Celestial amoroso y amable que es, sin juicios ni asperezas. Por el contrario, Dios anhela que te acerques a Él para que puedas descansar en su regazo y confiarle todas las preocupaciones de tu corazón. También desea que te liberes de la ansiedad que te mantiene cautivo y que vivas una vida de alegría, paz y descanso sin ataduras. Dios está profundamente involucrado en tu sanación y liberación, así que no lo dejes fuera. ¿Afrontarás hoy y cada día tu ansiedad con valentía, con el coraje que Cristo te da y luego se la entregarás humildemente a Él para que se encargue de ella?

Oración:

Querido Señor,

Admito que he estado teniendo problemas de ansiedad relacionados con _____________. Necesito que me ayudes. Perdóname por aferrarme más a mis miedos que a ti. Te necesito cerca de mí y te traslado esta preocupación. Te pido que lleves esta carga por mí. Gracias por la obra terminada de tu hijo en la cruz en la que mi ansiedad quedará clavada para siempre. Ayúdame a vivir en libertad y a disfrutar de la vida que me has dado.

En el nombre de Jesús,

Amén.