Dos Jardines 

Después de la creación, la historia sigue en el Jardín de Edén con Adán y Eva. Era un paraíso. Pero la perfección no dura. Satanás, él que se había rebelado contra Dios, toma la forma de una serpiente, y tienta a Adán y Eva con la promesa que pueden llegar a ser como su Creador. Y ellos cayeron en su trampa.

Cuando agarraron la fruta y comieron, perdieron su inocencia y nada fue igual después.  Entró en el mundo la muerte, el dolor y el quebranto.

¿Qué tiene que ver esta historia con nosotros?

Todos nos encontramos en nuestra versión de esta historia. A diario, tenemos momentos de decisión entre el bien y el mal, de obedecer a Dios o no. El Tentador susurra en nuestro oído; pone la desobediencia en bandeja de plata. E igual que en el Jardín, hay consecuencias eternas en juego; si decidimos desobedecer al Creador o someternos a Él.

La aplicación de la historia

Debemos hacer lo opuesto a lo que hicieron en el jardín; debemos resistir la voz del tentador y obedecer a Dios. 

Pero por más que intentamos, muchas veces no podemos. Esta historia nos enfrenta con nuestra debilidad, las tantas veces que hemos escuchado a la serpiente. A veces resistimos, pero ver este jardín nos enseña cuánto escuchamos a la serpiente y pecamos.

Necesitamos un Rescatador

Lo podemos encontrar en otro jardín — el de Getsemaní —; en medio de mucho dolor, muerte y sufrimiento. En el cumplimiento de la historia del primer jardín, Jesús está al punto de ir a la cruz. Fuertemente tentado a rechazar la voluntad de Dios, Él se somete a la voluntad de su Padre. E igual que con el primer jardín, nada fue igual después. Por su obediencia, entró la vida, redención y restauración en el mundo quebrado.

Adán decidió ser su propio dios y se rebeló contra su Creador. Por él entró muerte y quebranto en todo el mundo. Jesús decidió obedecer a su Padre Dios, y por su obediencia entró vida en el mundo. Todos podemos recibir perdón de nuestra rebeldía y fuerza para obedecer a Dios cuando el tentador susurra en nuestro oído.