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NO TE OLVIDESMuestra

NO TE OLVIDES

DÍA 2 DE 3

RECORDANDO A LOS QUE SE ALEJARON

Cuando lees en la Biblia la parábola del hijo pródigo, aquel que le pidió a su padre que le diera la parte de la herencia que le correspondía, y se fue lejos, a gastar ese dinero sin control en lo que pensaba que era “disfrutar la vida”, ¿en qué lugar te ubicas?

Esta historia tiene tres personajes: El padre, quien a pesar de todo lo que hace su hijo le sigue amando. El hermano mayor, que se queda en la casa dolido por la actitud de su hermano menor. Y por último esta el hermano menor quien descaradamente, aun en vida de su padre, solicita la herencia y la malgasta.

Quizás sin darte cuenta te calzaste los zapatos del hermano mayor. El que tiene  muchas cosas para disfrutar, pero no lo haces pensando en lo que te falta.

Pero quizás tienes una hija o un hijo “prodigo”; un ser muy querido que se ha apartado de la fe, y está viviendo una vida rebelde, y te veas a ti mismo en el balcón de aquella casa de la parábola, como el padre, mirando el camino y esperando que ese ser amado regrese a casa.

No sé dónde te sientes “cómodo” en esta parábola, pero dejame decirte que yo fui un hijo “prodigo”. Por muchos años viví por mi propia cuenta.

Cuando estaba en mis veinte años me fui a trabajar a la ciudad de Boston, lejos de mi hogar y mi familia. Dándole la espalda a Cristo. Vivía egoístamente con muchas fiestas, bebiendo demasiado y todo lo que esto implica. Hacía todas las cosas de este mundo. Cada vez que alguien trataba de hablarme de Cristo la culpa me invadía, pero ni aun así retrocedía.

Gracias a Dios mis padres siguieron en “ese balcón mirando el camino y esperando por mí” con amor, tampoco mis amigos y familiares me abandonaron y dejaron de orar, y por fin entregué mi corazón a Jesucristo. Cuando lo hice me di cuenta que a pesar de mi comportamiento, Dios nunca dejó de amarme. Dios nunca me dio la espalda. Aun cuando yo estaba quebrantado, solo, y viviendo completamente en pecado, Dios estaba allí, aunque no lo veía.

Toda mi vida y propósito cambiaron completamente. Regresé con mis padres, y también a la casa de mi Dios, el cual me esperó siempre con los brazos abiertos para perdonarme y darme un nuevo comienzo.

El apóstol Pablo dice en 1 Tesalonicenses 5:17: “Nunca dejen de orar”. Así que en este día te exhorto a que pienses en toda esa gente que amaste alguna vez, o amas aun, y que se han apartado de los caminos del Señor y ora por ellos profundamente.

Ora sin desmayar aunque no los veas, ni sepas de ellos. Resiste el deseo de abandonarlos, o considerarlos como una causa perdida. Dios quiere verte en ese balcón cada día mirando el camino, por si aún hay esperanzas.

Y si eres tú el que se ha alejado, estoy seguro de que lo que has hecho no es demasiado para que Dios te perdone. La Biblia dice en Romanos 8:39: “Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor”.

Regresa a casa. Te lo dice alguien que conoce las dos puntas del camino.

Andrés Palau

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

NO TE OLVIDES

EN MEDIO DE UNA CRISIS: ¿QUÉ DEBEMOS RECORDAR? Dios sabe que somos olvidadizos, y por ese motivo llenó la Biblia de ejemplos y enseñanzas acerca de recordar las veces que estuvo allí antes, para nosotros, y nos tomó de la mano y nos rescató. Debemos recordar para confiar, porque el Dios que te sostuvo ayer, es el mismo que lo hará hoy.

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Nos gustaría agradecer a la Asociación Luis Palau por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.luispalau.net/