Amistades con propósitoMuestra

Elegimos lo que se queda pegado

Consciente o inconscientemente elegimos aquellas cosas que pasarán a formar parte de lo que creemos y pensamos. Estoy convencido de que la mayoría de las cosas llegan a nosotros no solo por lo que leemos o estudiamos, sino por lo que recibimos de alguien, lo que “adaptamos” o se nos quedó pegado.

No estamos invitados a tener una vida de asepsia relacional, por el contrario, el ejemplo de Jesús es otro, Él se rodeaba de todo tipo de personas, porque diferenciaba muy bien, cuál era la intención que tenía con cada uno.

En muchos casos no podemos seleccionar la gente con la que nos vinculamos, pero sí podemos definir internamente el propósito de para qué estamos con ellos. No podemos “comer” de todos, porque algunos tienen cosas que no nos harían bien, pero podemos en esos casos, “dar de comer”.

La gente veía en Pedro y en Juan cosas que los identificaban con Jesús. No era su forma de hablar ni lo que sabían, sino aquello que decían. Quienes los conocían sabían que eran personas sin educación, pero detrás de sus formas identificaban un mensaje superior, una profundidad y un contenido que no estaba limitado a su estudio sino a su aprendizaje por haber pasado tiempo con Jesús.

Quisiera rescatar de este pasaje este principio básico, esta simpleza indispensable. ¿Cuánto tiempo paso con Jesús para que “sus cosas” se me queden pegadas? Cuánto más tiempo pase “comiendo” de Él, más fácil será “dar de comer” al resto de mis relaciones.

Y como dije anteriormente, en muchos casos no puedes elegir con quién te juntas, aunque sí debería planificar con quién rodearte intencionalmente para crecer. En estos casos, “comerás” principios, valores, conductas, hábitos que formarán la persona que quieres ser, y que te permitirá “dar de comer” cuando te juntes con otros de los que quizás no buscarías que nada se te pegue.

¡Qué tremendo sería que la gente diga: “Este se parece a Jesús, debe pasar tiempo con Él”! 

Desafío de hoy

Te animo a que seas intencional en el uso de tu tiempo y tus relaciones. No seas selectivo, pero sí eficiente. Poder identificar con quién y para qué me reúno en cada caso, y no perder el tiempo ni recibir nada equivocado.

¿Qué te parece si revisas tu agenda y tus contactos para armar un plan de crecimiento? Tener en claro dónde “comer” y dónde “dar de comer”, no es poca cosa, sobre todo si queremos que la gente nos identifique con Jesús.