Buenas Nuevas: Ánimo para un Mundo en CrisisMuestra

Dios tiene buenos planes

Vivimos en un momento sin precedentes mientras navegamos por las luchas que amenazan la vida y sacuden la economía que enfrentamos debido a la pandemia de COVID-19. En el pasado, hemos visto enfermedades catastróficas, desastres y guerras que afectan a varios países, pero esto es diferente. En este momento, el mundo entero tiene algo en común: estamos tratando de sobrevivir a un virus mortal.

Entonces, como seguidores de Jesús, ¿cómo le damos sentido a esto? ¿Qué hacemos con nuestras preguntas a Dios y nuestras preguntas sobre Dios? ¿Cómo encontramos buenas noticias en un flujo continuo de malas noticias? ¿Y cómo comprendemos cómo encajan en el pasaje familiar de Jeremías 29:11?

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para vosotros —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de daros un futuro y una esperanza. (NVI)

Este versículo nos da esperanza y es nuestra garantía espiritual en tiempos difíciles. Se imprime en camisetas, se graba en tazas de café y se estampa en tarjetas de felicitación. Si bien Dios es un dador de esperanza, tenemos que entender el contexto de este preciado versículo. 

Jeremías profetizó a los israelitas en el reino del sur de Judá antes de que fueran llevados cautivos en el año 586 A.C. por el rey Nabucodonosor de Babilonia. En Jeremías 27, profetizó que servirían a este rey, a su hijo y a su nieto, y que todo estaría bajo su control (Jeremías 27:6-7). 

En el siguiente capítulo, un falso profeta llamado Hananías le dijo al pueblo que Dios los liberaría y les devolvería todo en dos años. Jeremías desafió a Ananías por sus mentiras. También dijo que Hananías moriría y en dos meses estaba muerto.

En el capítulo 29, Jeremías anima a las personas a vivir sus vidas mientras están en el exilio: ¡a trabajar, casarse, plantar, comer y multiplicarse! Les dice que estarán en Babilonia durante 70 años y luego serán traídos a casa de nuevo. 

Los planes de Dios de una esperanza y un futuro para su pueblo escogido probablemente no coincidían con lo que era su idea. Querían volver a casa, pero Dios dijo que serían 70 años. Querían su propio rey, pero Dios dijo que servirían al rey babilónico. Querían prosperar en su tierra natal, pero Dios les dijo que lo hicieran bajo un gobierno que los mantenía cautivos. Posiblemente la parte más difícil fue que la generación anterior nunca volvería a casa. Morirían en una tierra extranjera sirviendo a un rey extranjero. 

No podemos insistir en nuestra idea de un futuro brillante y esperanzador. Tendemos a ser miopes y terrenales. Pero los caminos de Dios son mucho más elevados de lo que nuestra mente puede comprender. ¡Su plan es mejor! E incluirá para siempre con Él en el cielo, no solo una corta porción de nuestras vidas en la tierra. 

Si nuestra esperanza está mezclada con la duda, el miedo y la ansiedad, podemos cambiar eso hoy. Necesitamos eliminar nuestra actitud de "esperar" y reemplazarla con una mentalidad de "conocerle". Nuestra esperanza nunca debe estar atada a las comodidades y placeres que ofrece el mundo o a la facilidad de una situación. En cambio, fijamos nuestras mentes en las promesas y verdades de la Palabra de Dios y fijamos nuestra mirada en el día en que nuestro futuro brillante, glorioso y eterno se haga realidad. En lugar de desear que nuestros días pasen en la situación en la que nos encontramos, tengamos confianza en que Dios depositará esperanza en nosotros sin importar lo que estemos enfrentando. 

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