Cómo ser un buen vecino Muestra

¿Quién es Dios?

En los Evangelios encontramos que Jesús mencionaba a Dios, excepto una vez, que se refirió a Él como Padre. En nuestros días es algo común que llamemos a Dios, «Padre». Pero en ese entonces esta idea de tener a Dios como un padre era ajena a los judíos, era un concepto completamente nuevo para ellos. Jesús reveló al Padre como alguien que podría estar en tu vida.

En Lucas 15: 17-20, después de despilfarrar la herencia de su padre y ser contratado para alimentar cerdos, el hijo pródigo vuelve en sí y dice: «Los trabajadores de mi padre comen mejor que esto». Está diciendo que su padre era un buen hombre quien trataba bien a sus trabajadores. Comienza su viaje de regreso a casa, practicando en su mente lo que diría, preguntándose cómo lo recibiría su padre.

En aquellos tiempos el patriarca de la familia nunca corría. Los niños corrían, pero el padre nunca lo hacía porque tendría que levantar su túnica y mostrar sus piernas, lo cual era una falta de respeto. Pero Jesús dice que cuando este padre vio a su hijo, corrió hacia él. ¡Jesús está mostrando que el padre rompió todas las reglas con su acción! «Piensas que estas reglas de respeto son importantes», dice Jesús, «pero nuestro Padre nos ama, nos cuida, nos abraza, nos besa y nos persigue».

El padre abraza al hijo pródigo y lo besa. ¿Conoces la mejor parte? El hijo ni siquiera le había expresado su arrepentimiento todavía. El beso no se basó en palabras de arrepentimiento, se basó en el amor del padre por su hijo. Si eres un hijo pródigo y estás perdido, o conoces a alguien que lo es, sabes qué es el pecado. Si de repente sientes el amor de Dios, recíbelo.

Esta parábola es el ejemplo perfecto de eso. El hijo estaba perdido, arruinado. Regresó a sus sentidos y estaba practicando mentalmente qué decir, pero el padre lo abrazó y lo besó antes de que abriera la boca. ¿No es esto hermoso? ¡Eso es tan asombroso! Jesús está diciendo: «Quiero que sepas que Dios es un Padre que ama y se preocupa, y Él te persigue».

Me suena como que el Señor nos ama siempre. ¡Incluso cuando no lo merecemos y estamos viviendo en rebelión o pecado! Dios dice: «Te estoy persiguiendo. Quiero darte un beso».