Serie el sol - Ánimo en lugares oscuros Muestra
El centurión y el criminal
Cuando enfrentas pruebas tienes dos opciones: endurecer o ablandar tu corazón. Podemos escoger entre aprender gracias a la prueba y acercarnos a Dios, o podemos tratar de escaparnos de la tormenta lo antes posible, no aprender nada de ella, y perder la oportunidad. Todos sabemos que cuando no aprendemos de nuestras experiencias, tendemos a repetir los mismos errores una y otra vez.
Los eventos que tuvieron lugar durante la crucifixión de Jesús causaron una serie de diferentes reacciones en personas que provenían de diversos trasfondos y estratos sociales. Uno de ellos era un centurión. Los centuriones eran respetados y admirados, los miembros más altos del ejército del Imperio Romano. Eran elegidos en base al mérito, notables por su poder de reflexión, constancia y fortaleza mental. El centurión que estaba ante la cruz, después de haber visto lo sucedido con sus propios ojos dijo: «Verdaderamente este hombre era justo».
En el mismo momento, junto a Jesús, dos criminales estaban siendo crucificados. Habían sido encarcelados por insurrección y asesinato. Uno de ellos, después de haber visto que Jesús era inocente y que estaba siendo castigado injustamente, dijo: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino».
Dos personas completamente diferentes, que provenían de dos trasfondos sumamente dispares, y uno de ellos rindió su corazón reconociendo que Jesús era el Hijo de Dios. No importa quién seas, de dónde vengas o lo importante que sea tu estatus en la sociedad. Cuando se trate de la decisión más importante que tengas que tomar sobre la tierra, ante la cruz, puedes escoger rendir tu corazón y reconocer que Jesús es el Señor de señores, o puedes negarte a hacerlo y endurecer tu corazón aún más (como escogió hacer el otro criminal). La cruz nos pone a todos en el mismo plano de igualdad.
Cuando pasamos por momentos difíciles, somos confrontados con una elección. Esta elección no implica el sufrimiento, sino escoger la voluntad de Dios, signifique sufrir o no. Digamos, así como dijo Jesús: «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42).
Pensamiento del día
Cuando pasemos por pruebas, escojamos rendir nuestro corazón y oremos para que la voluntad de Dios sea hecha en nuestras vidas.
Acerca de este Plan
No desperdicies las pruebas que enfrentes en tu vida. Las pruebas son una oportunidad para acercarte más a Dios. Ríndele tu corazón y acércate a Él sabiendo que tienes a tu disposición un mayor nivel de intimidad y que Él está peleando por ti.
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