Encontrando la libertad del estrésMuestra

Deja de darle poder al estrés.

«Estoy estresado» parece ser un saludo bastante común en estos días, como «estoy ocupado». Y si somos sinceros, a menudo tenemos nuestro estrés como fuente de orgullo. Decir que estamos estresados puede hacernos sentir importantes porque, aunque no nos gusta cómo nos hace sentir el estrés, nos gusta el aumento de prestigio que conlleva. 

En nuestra cultura acelerada, el estrés es visto como la norma. Está perdiendo sus connotaciones negativas y en cambio se lo ha asociado con el trabajo duro, la ambición y el éxito. Asumimos que las personas exitosas son personas estresadas, así que nos esforzamos más. Y la falta de estrés puede hacernos sentir perezosos o desmotivados. 

¿El resultado? Estamos constantemente intentando hacer más y ser más, y eso trae, lo has adivinado, más estrés. Estamos comprometidos en exceso porque no podemos decir que no; nos estamos conformando con conexiones digitales superficiales en lugar de extraer tiempo para conversaciones significativas; y estamos introduciendo el estrés en nuestras identidades.  

Pero las vidas estresadas y maximizadas no son lo que Dios tenía en mente para nosotros. Jesús dijo que nuestro enemigo viene a robar, matar y destruir. Parece extremo, pero el estrés puede robarnos. Roba el sueño. Roba felicidad. Nos roba nuestra capacidad mental. Y todo el ajetreo que alimenta nuestro estrés podría dejarnos tan distraídos con las cosas pequeñas de la vida que nos perdamos los grandes planes que Dios tiene para nosotros. 

En contraste, Jesús dijo que había venido para traernos vida y vida al máximo. Jesús vino trayendo paz y abundancia, que es lo opuesto a una vida estresada (o apretada). 

Así que es hora de reevaluar nuestro estrés. Dejemos de darle poder al estrés. Dejemos de usarlo para presumir. En lugar de eso, vamos a usar la falta de estrés como una oportunidad para destacar, ser diferentes, y compartir nuestra fe. 

Cuando el mundo a nuestro alrededor se está ahogando en el estrés, nosotros escogeremos mantener la calma, estar quietos y recordar que Dios es Dios. Cuando otros constantemente compiten y se comparan unos con otros, nosotros vamos a elogiarnos y animarnos unos a otros. Cuando otras personas se sienten abrumadas y sin esperanza, seremos las personas que tienen una esperanza tal que los incrédulos la observan y nos preguntan por qué la tenemos. 

Podemos liberarnos de nuestro estrés cuando dejamos de darle poder y comenzamos a volvernos hacia la fuente de todo poder: nuestro Dios. Así que dejemos de vivir en el estrés, y en cambio, tomemos a Jesús al pie de la letra y vivamos una vida plena.

Para debatir

• ¿Cuáles dirías que son algunas de las causas fundamentales de tu estrés? 
• ¿Cómo crees que sería tu vida si eliminaras el estrés? 
• ¿Cómo puedes dejar de dar poder al estrés sobre tu vida?