InesperadoMuestra

Cuando miramos las situaciones inesperadas en nuestras vidas, siempre nos encontramos de pie ante el umbral de, o caer en el abismo de la desesperación, o caer en los brazos de un Dios bondadoso, amante y cariñoso, un Dios que quiere llevarnos por encima de ese abismo de desesperación a un lugar amplio y abierto de esperanza.

La esperanza es la inquebrantable confianza en Dios. No niega la realidad de nuestro dolor, pero sí nos da una vida más allá de nuestro dolor. Nos da permiso para un nuevo comienzo. Es la feliz y confiada expectativa del bien, lo que nos levanta el ánimo y nos anima a creer en un futuro diferente. Siempre está mirando hacia Dios:"Y así, Señor, ¿qué puedo ya esperar? ¡Mi esperanza está en ti! ” (Salmo 39: 7, DHH).

Solo podemos hacer lo que somos capaces de hacer con nuestras propias fuerzas, pero cuando nos apoyamos en Dios, cuando corremos hacia nuestra fortaleza Jesús, Él promete desbordar nuestras vidas con esperanza: "Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo”(Romanos 15:13, DHH). Promete ayudarnos a convertirnos en los prisioneros de esperanza que estamos llamados a ser para que podamos mantener la esperanza, libres para avanzar hacia un nuevo destino que tal vez nunca hayamos imaginado. 

A veces pienso que la esperanza es un acto de desafío, uno que Dios quiere que cometamos con valentía. Es atrevernos a creer a pesar de nuestras pérdidas, a pesar de nuestras decepciones. Es negarnos a desechar nuestra fe y confiar en que Dios nos recompensará porque no lo hacemos. Es atrevernos a no rendirnos, y en cambio, avivar nuestras esperanzas.

Cuando nos arriesgamos a volver a tener esperanza, aprendemos a vivir en el presente con nuestro futuro en mente. Movemos nuestro enfoque hacia adelante. Nos convertimos en prisioneros de esperanza que se aferran a la esperanza, que hablan el lenguaje de la esperanza, que no desechan la esperanza, que viven en un lugar de libertad dejando que Dios les sorprenda con un nuevo futuro. Cuando nos convertimos en prisioneros de la esperanza, la esperanza deja de posponerse y los deseos que Dios puso en nuestros corazones se cumplirán, de alguna manera.

Adaptado deInesperado: Deja el Miedo Atrás, Muévete hacia delante con Fe, Abraza la Aventurapor Christine Caine. Copyright © 2018 by Christine Caine. Reimpreso con permiso de Zondervan Publishing. Todos los derechos reservados.