FILIPENSES 1:12-30
FILIPENSES 1:12-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han contribuido más bien al progreso del evangelio. En todo el pretorio y a todos los demás se ha hecho evidente que estoy preso por causa de Cristo. Es más, la mayoría de los hermanos al verme preso se han animado y se atreven mucho más a proclamar la palabra sin temor. Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad; pero otros lo hacen con buena voluntad. Unos anuncian a Cristo por rivalidad, no sinceramente, pues piensan que así añaden aflicción a mis prisiones; pero otros lo hacen por amor, y saben que estoy aquí para defender el evangelio. ¿Qué puedo decir? Pues que a pesar de todo, y de todas maneras, sea por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me alegro y me alegraré siempre. Porque yo sé que por vuestra oración y la ayuda que me brinda el Espíritu de Jesucristo, todo esto servirá para mi liberación. Mi anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado. Al contrario, tengo la plena confianza, que ahora, como siempre, Cristo será engrandecido en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Pero si el vivir en este cuerpo resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Entre las dos posibilidades estoy en un dilema. Por un lado tengo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero, por otro lado, para el bien de vosotros, es más necesario que yo siga con vida. Y confiado en esto, sé que me quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y alegría de vuestra fe. Así, mi retorno entre vosotros hará que tengáis toda clase de motivos para sentiros orgullosos de mí en Cristo Jesús. Solamente os ruego que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que, sea que vaya a veros o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, que combatís unánimes por la fe del evangelio y sin dejaros intimidar por los que se oponen. Para ellos ciertamente es indicio de perdición, pero para vosotros de salvación; y esto procede de Dios. Porque por causa de Cristo, a vosotros os es concedido no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, librando la misma batalla que habéis visto en mí y que ahora oís que aún mantengo.
FILIPENSES 1:12-30 La Palabra (versión española) (BLP)
Quiero que sepáis, hermanos, que la causa del evangelio ha sido favorecida con esta situación mía. No solo la guardia imperial en pleno, sino todos los demás han visto claramente que Cristo es la única razón de mi encarcelamiento. Es más, mi prisión ha fortalecido la confianza en el Señor de buen número de hermanos, que ahora se atreven a proclamar la palabra con más valentía y sin temor. Es verdad que mientras unos anuncian a Cristo con rectitud de intención, a otros los mueve la envidia y la rivalidad. Aquellos lo hacen por amor, sabiendo que yo he recibido el encargo de defender el evangelio. Estos otros, en cambio, al anunciar a Cristo se dejan llevar de la ambición y de turbios intereses, pensando que con ello hacen más dura mi prisión. Pero ¡qué importa! Con segundas intenciones o sin ellas, Cristo es anunciado, y eso es lo que me hace y seguirá haciéndome feliz. Sé que, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación. Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto. Porque Cristo es la razón de mi vida, y la muerte, por tanto, me resulta una ganancia. Pero si vivir en este mundo me ofrece la ocasión de una tarea fructífera, no sabría qué elegir. Ambas cosas me presionan: por un lado, quiero morir y estar con Cristo, que es, con mucho, lo mejor; por otro lado, vosotros necesitáis que siga en este mundo. Convencido de esto último, presiento que seguiré viviendo con todos vosotros para provecho y alegría de vuestra fe. Así, cuando vuelva a veros, tendréis nuevos motivos, gracias a mí, para estar orgullosos de ser cristianos. Solo os pido que vuestra conducta sea digna del evangelio de Cristo para que, tanto si voy a visitaros y yo mismo lo veo, como si estoy ausente y llega a mis oídos lo que se dice de vosotros, compruebe que permanecéis unidos, luchando todos a una por manteneros fieles al evangelio. No os dejéis, pues, intimidar por los enemigos; Dios ha dispuesto que lo que para ellos es señal de perdición, sea para vosotros señal de salvación. Y es que a vosotros se os ha concedido el privilegio no solo de creer en Cristo, sino también de padecer por él, pues estáis librando el mismo combate en el que me visteis empeñado y que, como ahora oís, sigo sosteniendo.
FILIPENSES 1:12-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hermanos, quiero que sepáis que mi situación ha venido en realidad a ayudar al anuncio del evangelio. Toda la gente de palacio, y todos los demás, saben que estoy preso por seguir a Cristo. Y al verme preso, la mayoría de los hermanos se ha animado a anunciar el mensaje, sin miedo y con más confianza en el Señor. Es cierto que algunos anuncian a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buena intención. Algunos anuncian a Cristo por amor, sabiendo que Dios me ha puesto aquí para defender el evangelio; pero otros, que lo hacen por interés personal, no son sinceros y quieren causarme más dificultades ahora que estoy preso. Pero ¿qué importa? Sea como sea, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo, y eso me causa alegría. Y todavía me alegraré más, pues sé que todo esto será para mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda que recibo del Espíritu de Jesucristo. Espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal, sino que podré hablar con confianza delante de todos y, ahora como siempre, tanto si estoy vivo como si estoy muerto, Dios mostrará en mí, cada vez más, la grandeza de Cristo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero, por otro lado, es más necesario por causa vuestra que siga viviendo. Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con vosotros para ayudaros a seguir adelante y para que tengáis más gozo en vuestra fe. Así me tendréis otra vez entre vosotros como un motivo de satisfacción en Cristo Jesús. Solo una cosa: procurad que vuestra conducta esté de acuerdo con el evangelio de Cristo. Así, tanto si voy a veros como si no, quiero recibir noticias de que seguís firmes y muy unidos, luchando todos juntos por la fe que procede del evangelio, sin dejaros intimidar en nada por vuestros enemigos. Esta es una clara señal de que ellos van a su destrucción, y al mismo tiempo es señal de vuestra salvación. Y esto procede de Dios. Pues por causa de Cristo, no solo tenéis el privilegio de creer en él, sino también de sufrir por él. Vosotros y yo sostenemos la misma lucha. Ya visteis antes cómo luché, y ahora tenéis noticias de cómo sigo luchando.
FILIPENSES 1:12-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Hermanos, quiero que sepáis que, en realidad, lo que me ha pasado ha contribuido al avance del evangelio. Es más, se ha hecho evidente a toda la guardia del palacio y a todos los demás que estoy encadenado por causa de Cristo. Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la palabra de Dios. Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio. Aquellos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros, creyendo que así van a aumentar las angustias que sufro en mi prisión. ¿Qué importa? Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro; es más, seguiré alegrándome porque sé que, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación. Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Ahora bien, si seguir viviendo en este mundo representa para mí un trabajo fructífero, ¿qué escogeré? ¡No lo sé! Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por vuestro bien es preferible que yo permanezca en este mundo. Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos vosotros para contribuir a vuestro jubiloso avance en la fe. Así, cuando yo vuelva, vuestra satisfacción en Cristo Jesús abundará por causa mía. Pase lo que pase, comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a veros o que, estando ausente, solo tenga noticias vuestras, sabré que seguís firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio y sin temor alguno a vuestros adversarios, lo cual es para ellos señal de destrucción. Para vosotros, en cambio, es señal de salvación, y esto proviene de Dios. Porque a vosotros se os ha concedido, no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él, pues sostenéis la misma lucha que antes me visteis sostener, y que ahora sabéis que sigo sosteniendo.