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FILIPENSES 1:12-30

FILIPENSES 1:12-30 DHHE

Hermanos, quiero que sepáis que mi situación ha venido en realidad a ayudar al anuncio del evangelio. Toda la gente de palacio, y todos los demás, saben que estoy preso por seguir a Cristo. Y al verme preso, la mayoría de los hermanos se ha animado a anunciar el mensaje, sin miedo y con más confianza en el Señor. Es cierto que algunos anuncian a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buena intención. Algunos anuncian a Cristo por amor, sabiendo que Dios me ha puesto aquí para defender el evangelio; pero otros, que lo hacen por interés personal, no son sinceros y quieren causarme más dificultades ahora que estoy preso. Pero ¿qué importa? Sea como sea, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo, y eso me causa alegría. Y todavía me alegraré más, pues sé que todo esto será para mi salvación, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda que recibo del Espíritu de Jesucristo. Espero firmemente que Dios no me dejará quedar mal, sino que podré hablar con confianza delante de todos y, ahora como siempre, tanto si estoy vivo como si estoy muerto, Dios mostrará en mí, cada vez más, la grandeza de Cristo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero, por otro lado, es más necesario por causa vuestra que siga viviendo. Y como estoy convencido de esto, sé que me quedaré todavía con vosotros para ayudaros a seguir adelante y para que tengáis más gozo en vuestra fe. Así me tendréis otra vez entre vosotros como un motivo de satisfacción en Cristo Jesús. Solo una cosa: procurad que vuestra conducta esté de acuerdo con el evangelio de Cristo. Así, tanto si voy a veros como si no, quiero recibir noticias de que seguís firmes y muy unidos, luchando todos juntos por la fe que procede del evangelio, sin dejaros intimidar en nada por vuestros enemigos. Esta es una clara señal de que ellos van a su destrucción, y al mismo tiempo es señal de vuestra salvación. Y esto procede de Dios. Pues por causa de Cristo, no solo tenéis el privilegio de creer en él, sino también de sufrir por él. Vosotros y yo sostenemos la misma lucha. Ya visteis antes cómo luché, y ahora tenéis noticias de cómo sigo luchando.