ISAÍAS 65:3-25
ISAÍAS 65:3-25 Reina Valera 2020 (RV2020)
un pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, pues sacrifica en huertos y quema incienso sobre ladrillos; que se sientan en los sepulcros y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: «Quédate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú». Esos son humo en mi furor, un fuego que arde todo el día. Está escrito delante de mí, y no callaré, sino que les daré su merecido; les daré el pago en su propio seno. Por vuestras iniquidades, dice el Señor, y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes y me ofendieron sobre los collados; por tanto, yo echaré en su propio seno la medida de sus acciones de antaño. Así ha dicho el Señor: Como si alguno hallara mosto en un racimo y dijera: «No lo desperdicies, porque bendición hay en él», así haré yo por mis siervos, pues no los destruiré a todos. Suscitaré descendencia de Jacob, y de Judá, el heredero de mis montes; mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí. Será el Sarón redil de ovejas y el valle de Acor majada de vacas, para mi pueblo que me busca. Pero vosotros, los que dejáis al Señor, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la Fortuna y ofrecéis libaciones al Destino, yo también os destinaré a la espada y todos vosotros os arrodillaréis para el degüello. Porque llamé y no respondisteis, hablé y no escuchasteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos y escogisteis lo que no me agrada. Por tanto, así ha dicho el Señor: Mis siervos comerán y vosotros pasaréis hambre; mis siervos beberán y vosotros pasaréis sed; mis siervos se alegrarán y vosotros seréis avergonzados; mis siervos cantarán con júbilo en el corazón y vosotros clamaréis con dolor en el corazón y aullaréis por el quebrantamiento del espíritu. Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos. El Señor te hará morir, y a sus siervos llamará por otro nombre. El que se bendiga en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jure en la tierra, por el Dios de verdad jurará, porque las angustias primeras serán olvidadas y quedarán ocultas a mis ojos. Porque yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo. Yo me alegraré con Jerusalén y me gozaré con mi pueblo, y nunca más se oirán en ella voz de lloro ni voz de clamor. Ya no habrá niños que mueran a los pocos días ni ancianos que no colmen sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y quien no los alcance se tendrá por maldito. Edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano ni darán a luz para maldición, porque son linaje de los benditos del Señor, ellos mismos y también sus descendientes. Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. El Señor lo ha dicho.
ISAÍAS 65:3-25 La Palabra (versión española) (BLP)
un pueblo que me andaba provocando cara a cara, sin descanso, que sacrificaba en jardines sagrados, que ofrecía incienso sobre ladrillos, que frecuentaba cuevas sepulcrales y pernoctaba dentro de las grutas, que comía carne de puerco, con caldo impuro en sus platos, que decía: «No te acerques, no me toques, que estoy consagrado». Todo esto enciende mi cólera, como un fuego que arde sin parar. Lo tengo todo escrito, a la vista, y no pararé hasta haceros pagar vuestras culpas y las de vuestros padres —dice el Señor—. Quemaban incienso en los cabezos, en las colinas me ofendían. Por eso tengo calculada su paga y tendrán que cargar con ella. Así dice el Señor: Si aparece un racimo con zumo, se dice: «No dejéis que se pierda, parece que promete buen vino»; pues lo mismo haré con mis siervos, no dejaré que todos se pierdan. Sacaré descendientes de Jacob, de Israel quien herede mis montes; los poseerán quienes yo elija, allí se instalarán mis siervos. Será el Sarón aprisco de ovejas, el valle de Acor, establo de vacas, para los de mi pueblo que me busquen. Pero a quienes abandonasteis al Señor, a los que olvidasteis mi monte santo, a los que preparabais la mesa a Gad y hacíais ofrendas a Mení, yo os destino a la espada; os encorvaréis para ser degollados. Pues llamé y no respondisteis, os hablé y no me escuchasteis, hicisteis el mal que detesto y elegisteis lo que no me gusta. Por eso, así dice el Señor Dios: Veréis a mis siervos comer, mientras vosotros pasáis hambre; veréis a mis siervos beber, mientras vosotros pasáis sed; veréis a mis siervos de fiesta, mientras vosotros andáis abochornados; veréis a mis siervos cantar con corazón satisfecho; pero vosotros gritaréis con corazón atormentado, aullaréis con el espíritu quebrantado. Prestaréis a mis elegidos vuestro nombre, que les servirá para maldecir así: «Que el Señor Dios te dé muerte, como a ellos». Pero a mis siervos se les dará otro nombre. El que quiera parabienes en el país, el Dios veraz los recibirá; el que quiera jurar en el país, lo hará por el Dios veraz. Se olvidarán los apuros de antaño, quedarán ocultos a mis ojos, pues voy a crear un nuevo cielo, junto con una nueva tierra. No rememorarán lo de antaño, ya no será recordado; al contrario, alegraos y gozad sin límites por lo que voy a crear. En efecto, voy a crear una Jerusalén que sea todo gozo, con una población llena de alegría. Saltaré de júbilo por Jerusalén, sentiré alegría por mi pueblo; no se oirán llantos en ella, ni gritos pidiendo socorro. Ya no habrá niños en ella que mueran a los pocos días; ni adultos que no alcancen una cumplida madurez. Será joven quien muera a los cien años, y maldito quien no los alcance. Construirán viviendas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto; no construirán para que otros habiten, no plantarán para que otros se alimenten. Mi pueblo durará lo que duren sus plantíos, mis elegidos disfrutarán del fruto de su trabajo. No trabajarán para que todo se malogre, no tendrán hijos para verlos morir, pues serán semilla bendita del Señor, y lo mismo sus retoños junto con ellos. Antes de que me llamen responderé, estarán aún hablando y los escucharé. Juntos pastarán el lobo y el cordero, el león, como la vaca, paja comerá, [la serpiente se alimentará de polvo]. No habrá maldad ni destrucción en todo mi monte santo —dice el Señor.
ISAÍAS 65:3-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
un pueblo que en mi propia cara me ofendía continuamente, que ofrecía en los jardines sacrificios a los dioses y quemaba incienso en altares de ladrillo, que se sentaba entre los sepulcros y pasaba las noches en lugares escondidos, que comía carne de cerdo y llenaba sus ollas de caldos impuros. Dicen: ‘Quédate ahí, no me toques; soy demasiado sagrado para que me toques.’ Esa gente es como un fuego que arde todo el día, y me molesta como el humo en la nariz. Pero todo esto está escrito delante de mí y no voy a quedarme cruzado de brazos; voy a darles su merecido, tanto por sus crímenes como por los de sus padres. Ellos quemaban incienso sobre los montes y me ofendían en las colinas. Haré primero la cuenta y les daré su merecido.” El Señor lo ha dicho. El Señor dice: “Cuando las uvas tienen mucho zumo la gente no las desperdicia, porque puede sacar mucho vino. Así haré yo también por amor a mis siervos: no destruiré a toda la nación. Haré que Jacob tenga descendientes y que haya gente en Judá que viva en mis montañas. Mis elegidos poseerán la tierra; mis servidores vivirán allí. El valle de Sarón se llenará de rebaños y en el valle de Acor pastará el ganado del pueblo que me busca. Pero a vosotros, que os apartáis del Señor y os olvidáis de mi monte santo, que ofrecéis comida y vino a Gad y Mení, dioses de la fortuna, mala fortuna os espera: os haré morir a filo de espada. Porque yo os llamé y no respondisteis; os hablé y no me escuchasteis; hicisteis lo que no apruebo y escogisteis lo que me disgusta.” Por eso, el Señor dice: “Mis servidores tendrán comida, pero vosotros padeceréis hambre; tendrán bebida, pero vosotros padeceréis sed; se alegrarán, pero vosotros quedaréis en ridículo; cantarán de alegría por el gozo de su corazón, pero vosotros gritaréis y lloraréis por aflicción y tristeza. Mis elegidos usarán vuestro nombre para maldecir y desear la muerte a otros, pero a mis siervos los cambiaré de nombre. Cualquiera que en el país pida una bendición, la pedirá al Dios fiel; cualquiera que en el país haga un juramento, jurará por el Dios fiel. Las aflicciones anteriores han quedado olvidadas, han desaparecido de mi vista. “Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado; nadie volverá a recordarlo. Llenaos de gozo y alegría para siempre por lo que voy a crear, porque voy a crear una Jerusalén feliz y un pueblo contento que viva en ella. Yo mismo me alegraré por Jerusalén y sentiré gozo por mi pueblo. En ella no se volverá a oir llanto ni gritos de angustia. Allí no habrá niños que mueran a los pocos días, ni ancianos que no completen su vida. Morir a los cien años será morir joven, y no llegar a los cien años será una maldición. La gente construirá casas y vivirá en ellas, plantará viñas y comerá sus uvas. No sucederá que uno construya y otro viva en la casa, o que uno plante y otro se coma el fruto. Mi pueblo tendrá una vida larga, como la de un árbol; mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No trabajarán en vano ni tendrán hijos que mueran antes de tiempo, porque son descendientes de los que el Señor ha bendecido; y lo mismo será con los que de ellos desciendan. Antes que me llamen, les responderé; antes que acaben de hablar, los escucharé. El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá hierba, como el buey, y la serpiente se alimentará de tierra. En todo mi monte santo no habrá quien haga ningún daño.” El Señor lo ha dicho.
ISAÍAS 65:3-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Es un pueblo que en mi propia cara constantemente me provoca; que ofrece sacrificios en los jardines y quema incienso en los altares; que se sienta entre los sepulcros y pasa la noche en vigilias secretas; que come carne de cerdo, y en sus ollas cocina caldo impuro; que dicen: “¡Mantente alejado! ¡No te acerques a mí! ¡Soy demasiado sagrado para ti!” Todo esto me fastidia como humo en la nariz; ¡es un fuego que arde todo el día! »Ante mí ha quedado escrito; no guardaré silencio. Les daré su merecido; lo sufrirán en carne propia, tanto por vuestras iniquidades como por las de vuestros padres —dice el SEÑOR—. Por cuanto ellos quemaron incienso en las montañas y me desafiaron en las colinas, les haré sufrir en carne propia las consecuencias de sus acciones pasadas». Así dice el SEÑOR: «Cuando alguien encuentra un buen racimo de uvas, dice: “No voy a dañarlo, porque todavía tiene jugo”. Del mismo modo actuaré yo por amor a mis siervos: No los destruiré a todos. De Jacob sacaré descendientes, y de Judá, a los que poseerán mis montañas. Las heredarán mis elegidos, y allí morarán mis siervos. Para mi pueblo que me busca, Sarón será redil de ovejas; el valle de Acor, corral de vacas. »Pero a vosotros que abandonáis al SEÑOR y os olvidáis de mi monte santo, que para los dioses de la Fortuna y del Destino preparáis mesas y servís vino mezclado, os destinaré a la espada; ¡todos vosotros os inclinaréis para ser degollados! Porque llamé y no me respondisteis, hablé y no me escuchasteis. Más bien, hicisteis lo malo ante mis ojos y optasteis por lo que no me agrada». Por eso, así dice el SEÑOR omnipotente: «Mis siervos comerán, pero vosotros pasaréis hambre; mis siervos beberán, pero vosotros sufriréis sed; mis siervos se alegrarán, pero vosotros seréis avergonzados. Mis siervos cantarán con alegría de corazón, pero vosotros clamaréis con corazón angustiado; ¡gemiréis con espíritu quebrantado! Mis escogidos heredarán vuestro nombre como una maldición. El SEÑOR omnipotente os dará muerte, pero a sus siervos les dará un nombre diferente. Cualquiera que en el país invoque una bendición, lo hará por el Dios de la verdad; y cualquiera que jure en esta tierra, lo hará por el Dios de la verdad. Las angustias del pasado han quedado en el olvido, las he borrado de mi vista. »Prestad atención, voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No volverán a mencionarse las cosas pasadas, ni se traerán a la memoria. Alegraos más bien, y regocijaos por siempre, por lo que estoy a punto de crear: he aquí que voy a crear una Jerusalén feliz, un pueblo lleno de alegría. Me regocijaré por Jerusalén y me alegraré en mi pueblo; no volverán a oírse en ella voces de llanto ni gritos de clamor. »Nunca más habrá en ella niños que vivan pocos días, ni ancianos que no completen sus años. El que muera a los cien años será considerado joven; pero el que no llegue a esa edad será considerado maldito. Construirán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su fruto. Ya no construirán casas para que otros las habiten, ni plantarán viñas para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los de un árbol; mis escogidos disfrutarán de las obras de sus manos. No trabajarán en vano, ni tendrán hijos para la desgracia; tanto ellos como su descendencia serán simiente bendecida por el SEÑOR. Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado. El lobo y el cordero pacerán juntos; el león comerá paja como el buey, y la serpiente se alimentará de polvo. En todo mi monte santo no habrá quien haga daño ni destruya», dice el SEÑOR.