HEBREOS 10:23-31
HEBREOS 10:23-31 Reina Valera 2020 (RV2020)
Mantengamos firme, sin fluctuar, la esperanza que profesamos, porque fiel es el que ha hecho la promesa. Y tengámonos en cuenta unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; al contrario, animémonos unos a otros, y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una terrible expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago —dice el Señor—. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo . ¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo!
HEBREOS 10:23-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho. Procuremos ayudarnos unos a otros a tener más amor y hacer el bien. No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca. Porque si seguimos pecando intencionadamente después de haber conocido la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados. Solo queda la terrible amenaza del juicio y del fuego ardiente que destruirá a los enemigos de Dios. Cuando alguien que desobedece a la ley de Moisés tiene dos o tres testigos en contra, se le condena a muerte sin compasión. Pues bien, ¿no creéis que merecen mucho mayor castigo los que pisotean al Hijo de Dios y desprecian su sangre, los que insultan al Espíritu del Dios que los ama? Porque esa sangre es la que confirma el pacto, y con ella fueron consagrados. Sabemos que el Señor ha dicho: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré.” Y también ha dicho: “El Señor juzgará a su pueblo.” ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios viviente!
HEBREOS 10:23-31 La Palabra (versión española) (BLP)
Mantengamos fielmente la esperanza que profesamos porque quien ha hecho la promesa es fiel, y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de las buenas obras. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre; al contrario, animaos unos a otros, tanto más cuanto estáis viendo que se está acercando el día. Porque si después de haber conocido la verdad continuamos pecando intencionadamente, ¿qué otro sacrificio podrá perdonar los pecados? Solo queda la temible espera del juicio y del fuego ardiente que está presto a devorar a los rebeldes. Si uno quebranta la ley de Moisés y dos o tres testigos lo confirman, es condenado a muerte sin compasión. Pues ¡qué decir de quien haya pisoteado al Hijo de Dios, haya profanado la sangre de la alianza con que fue consagrado y haya ultrajado al Espíritu que es fuente de gracia! ¿No merece un castigo mucho más severo? Conocemos, en efecto, a quien ha dicho: A mí me corresponde tomar venganza; yo daré a cada uno según su merecido . Y también: El Señor es quien juzgará a su pueblo . ¡Tiene que ser terrible caer en las manos del Dios viviente!
HEBREOS 10:23-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados. Solo queda una terrible expectativa de juicio, el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios. Cualquiera que rechazaba la ley de Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos o tres testigos. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado y que ha insultado al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que dijo: «Mía es la venganza; yo pagaré»; y también: «El Señor juzgará a su pueblo». ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!