GÉNESIS 45:3-28
GÉNESIS 45:3-28 Reina Valera 2020 (RV2020)
Y dijo José a sus hermanos: —Yo soy José. ¿Vive aún mi padre? Sus hermanos quedaron tan pasmados que no atinaban a dar respuesta. Pero José les dijo: —Acercaos ahora a mí. Ellos se acercaron, y él les dijo: —Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y que llegó a Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los que no habrá siembra ni cosecha. Dios me envió delante de vosotros para que podáis sobrevivir sobre la tierra, para daros vida por medio de una gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón, por señor de toda su casa y por gobernador en toda la tierra de Egipto. Daos prisa, id a mi padre y decidle: «Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. Allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú, tu casa y todo lo que tienes». Mi hermano Benjamín y vosotros mismos sois testigos de que soy yo en persona quien habla. Contadle a mi padre el prestigio que tengo en Egipto y todo lo que habéis visto. ¡Daos prisa, y traed a mi padre aquí! José se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín y lloró; también Benjamín lloró sobre su cuello. Luego besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después de esto, sus hermanos hablaron con él. Se oyó la noticia en la casa de Faraón: «Los hermanos de José han venido». Esto agradó a Faraón y sus siervos. Y dijo Faraón a José: —Di a tus hermanos: «Haced esto: cargad vuestras bestias y marchaos; volved a la tierra de Canaán, tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis de la abundancia de la tierra». Y tú ordénales lo siguiente: «Llevaos carros de Egipto para que regreséis trayendo a vuestros niños y mujeres, y también a vuestro padre. Y no os preocupéis por vuestros enseres, porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra». Así lo hicieron los hijos de Israel; y José les dio carros conforme a la orden de Faraón y les suministró víveres para el camino. A cada uno de ellos le dio un vestido nuevo, y a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco vestidos nuevos. A su padre le envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y comida; esto para el viaje de su padre. Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban, les dijo: —No riñáis por el camino. Subieron, pues, de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán, junto a su padre Jacob y le comunicaron la noticia: «¡José aún vive!, y es señor en toda la tierra de Egipto». Pero el corazón de Jacob se afligió, porque no les creía. Entonces ellos le repitieron todas las palabras que José les había hablado; y al ver Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. Y dijo Israel: —¡Con esto me basta! ¡José, mi hijo, vive todavía! Iré y lo veré antes de morir.
GÉNESIS 45:3-28 La Palabra (versión española) (BLP)
Entonces José dijo a sus hermanos: —Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre? Sus hermanos quedaron tan pasmados que no atinaban a dar respuesta. Pero él les dijo: —¡Acercaos! Ellos se acercaron, y José les repitió: —Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis y que llegó a Egipto. Pero no os aflijáis ni os reprochéis el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me ha enviado aquí antes que a vosotros, para salvar vidas. Ya van dos años de hambre en el país y todavía faltan cinco años más en que no habrá labranza ni cosecha. Por eso Dios me envió por delante de vosotros para salvaros de modo admirable y asegurar vuestra supervivencia sobre la tierra. Así que no fuisteis vosotros quienes me enviasteis aquí, sino Dios. Él me ha constituido consejero del faraón, señor de su casa y gobernador de todo el país de Egipto. Así que subid sin tardanza adonde está mi padre y decidle: «Así dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo Egipto; ven a verme cuanto antes. Vivirás en la región de Gosen y estarás cerca de mí junto con tus hijos, tus nietos, tus ovejas, tus vacas y todas tus posesiones. Esta hambre durará cinco años más, pero yo te proporcionaré lo necesario para que subsistáis tú, tu familia y todo lo que posees». Mi hermano Benjamín y vosotros mismos sois testigos de que soy yo en persona quien habla. Contadle a mi padre el prestigio que tengo en Egipto y todo lo que habéis visto, y traed aquí a mi padre cuanto antes. Entonces José rompió a llorar y se abrazó al cuello de su hermano Benjamín que, abrazado a José, se deshacía también en llanto. Luego, anegado en lágrimas, José besó también a todos sus hermanos que, solo entonces, se atrevieron a hablarle. Cuando llegó a la corte del faraón la noticia de que habían venido los hermanos de José, tanto el faraón como sus cortesanos se alegraron. Y el faraón dijo a José: —Di a tus hermanos que carguen sus asnos, vayan a Canaán, y regresen a mí con su padre y sus familias. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto y podrán comer de lo más sabroso de este país. Diles además: «Llevaos carros de Egipto para que regreséis trayendo a vuestros niños y mujeres, y también a vuestro padre. Que no se preocupen por las cosas que tengan que dejar, porque lo mejor de todo Egipto será para ellos». Así lo hicieron los hijos de Israel. José les proporcionó carros conforme al mandato del faraón y les entregó también víveres para el camino. A cada uno le dio un vestido nuevo; a Benjamín le dio trescientos siclos de plata y cinco vestidos nuevos. Para su padre cargó diez asnos con los mejores productos de Egipto y diez asnas más con cereales, pan y otras provisiones para su viaje. Al despedirse José de sus hermanos, cuando estos ya partían, les dijo: —No discutáis por el camino. Ellos salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde se encontraba su padre Jacob, y le comunicaron la noticia: —José vive y es gobernador de todo Egipto. Pero Jacob ni se inmutó, porque no les creía. Solo cuando ellos le repitieron palabra por palabra lo que les dijo José y vio los carros que José enviaba para llevarlo [a Egipto], recobró la ilusión. Israel entonces exclamó: —¡Esto me basta! José, mi hijo, vive todavía. Iré y lo veré antes de morir.
GÉNESIS 45:3-28 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
José dijo a sus hermanos: –Yo soy José. ¿Vive mi padre todavía? Ellos estaban tan asustados de encontrarse delante de él, que no podían contestarle. Pero José les dijo: –Por favor, acercaos a mí. Cuando se acercaron, él les dijo: –Yo soy vuestro hermano José, el que vendisteis a Egipto; pero, por favor, no os aflijáis ni os enojéis con vosotros mismos por haberme vendido, pues Dios me envió antes que a vosotros para salvar vidas. Ya van dos años de hambre en el país, y todavía durante cinco años más no se cosechará nada, aunque se siembre. Pero Dios me envió antes que a vosotros para hacer que os queden descendientes sobre la tierra, y para salvaros la vida de una manera extraordinaria. Así que fue Dios quien me envió a este lugar, y no vosotros; él me ha puesto por consejero del faraón y amo de toda su casa, y como gobernador de todo Egipto. Id pronto a donde está mi padre y decidle: ‘Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a verme. No tardes. Vivirás en la región de Gosen, junto con tus hijos y nietos, y con todos tus animales y todo lo que tienes. Así estarás cerca de mí. Aquí os daré alimentos, a ti y a tu familia, y a todos los que están contigo, para que no os falte nada; pues todavía habrá hambre durante cinco años más.’ Mi hermano Benjamín y vosotros sois testigos de que yo mismo he dicho esto. Contadle a mi padre acerca de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto aquí. ¡Pronto, id a traer a mi padre! José abrazó a su hermano Benjamín y comenzó a llorar. También Benjamín lloró abrazado a José. Luego José besó a todos sus hermanos y lloró al abrazarlos. Después de esto, sus hermanos se atrevieron a hablarle. Por el palacio del faraón corrió la noticia de que los hermanos de José habían llegado, y el faraón se alegró junto con sus funcionarios. Y dijo el faraón a José: –Di a tus hermanos que carguen sus animales y regresen a Canaán, y que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán de lo más sabroso que el país produce. Ordénales que de aquí, de Egipto, lleven carretas para traer a sus mujeres y niños, y también a vuestro padre. Que vengan y que no se preocupen por lo que tienen ahora, porque lo mejor de todo Egipto será de ellos. Los hijos de Israel lo hicieron así. José les dio las carretas que el faraón había ordenado, y alimentos para el camino; también les dio ropa nueva para cambiarse; pero a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa. A su padre le mandó diez asnos cargados con lo mejor que había en Egipto, y otros diez asnos cargados de trigo; y pan y comida para que comiera en el camino. Cuando José se despidió de sus hermanos, les dijo: –No os vayáis peleando por el camino. Ellos se fueron. Salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde vivía su padre Jacob. Cuando contaron a Jacob que José vivía todavía, y que él era quien gobernaba en todo Egipto, no supo qué hacer ni qué decir, pues no podía creer lo que le estaban diciendo. Pero cuando le contaron todo lo que José les había dicho, y cuando vio las carretas que José había mandado para llevarlo, se entusiasmó en gran manera. Entonces dijo: “¡Me basta saber que mi hijo José vive todavía! Iré a verle antes de morir.”
GÉNESIS 45:3-28 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
―Yo soy José —les declaró a sus hermanos—. ¿Vive todavía mi padre? Pero ellos estaban tan pasmados que no atinaban a contestarle. No obstante, José insistió: ―¡Acercaos! Cuando ellos se acercaron, él añadió: ―Yo soy José, vuestro hermano, a quien vendisteis a Egipto. Pero ahora, por favor no os aflijáis más ni os reprochéis el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de vosotros para salvar vidas. Desde hace dos años la región está sufriendo de hambre, y todavía faltan cinco años más en que no habrá siembras ni cosechas. Por eso Dios me envió delante de vosotros: para salvaros la vida de manera extraordinaria y de ese modo aseguraros descendencia sobre la tierra. Fue Dios quien me envió aquí, y no vosotros. Él me ha puesto como asesor del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto. ¡Vamos, daos prisa! Volved a la casa de mi padre y decidle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho gobernador de todo Egipto. Ven a verme. No te demores. Vivirás en la región de Gosén, cerca de mí, con tus hijos y tus nietos, y con tus ovejas, y vacas y todas tus posesiones. Yo os proveeré alimento allí, porque aún quedan cinco años más de hambre. De lo contrario, tú y tu familia, y todo lo que te pertenece, caeréis en la miseria’ ”. Además, vosotros y mi hermano Benjamín sois testigos de que yo mismo lo he dicho. Contadle a mi padre el prestigio que tengo en Egipto, y todo lo que habéis visto. ¡Pero daos prisa y traedlo ya! Y abrazó José a su hermano Benjamín, y comenzó a llorar. Benjamín, a su vez, también lloró abrazado a su hermano José. Luego José, bañado en lágrimas, besó a todos sus hermanos. Solo entonces se animaron ellos a hablarle. Cuando llegó al palacio del faraón la noticia de que habían llegado los hermanos de José, tanto el faraón como sus funcionarios se alegraron. Y el faraón le dijo a José: «Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vuelvan a Canaán. Que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y comerán de la abundancia de este país. Diles, además, que se lleven carros de Egipto para traer a sus niños y mujeres, y también a vuestro padre, y que no se preocupen por las cosas que tengan que dejar, porque lo mejor de todo Egipto será para vosotros». Así lo hicieron los hijos de Israel. José les proporcionó los carros, conforme al mandato del faraón, y también les dio provisiones para el viaje. Además, a cada uno le dio ropa nueva, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa. A su padre le envió lo siguiente: diez asnos cargados con lo mejor de Egipto, diez asnas cargadas de cereales, y pan y otras provisiones para el viaje de su padre. Al despedirse de sus hermanos, José les recomendó: «¡No os vayáis peleando por el camino!» Los hermanos de José salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde residía su padre Jacob. Al llegar le dijeron: «¡José vive, José vive! ¡Es el gobernador de todo Egipto!» Jacob quedó atónito y no les creía, pero ellos le repetían una y otra vez todo lo que José les había dicho. Y, cuando su padre Jacob vio los carros que José había enviado para llevarlo, se reanimó. Entonces exclamó: «¡Con esto me basta! ¡Mi hijo José aún vive! Iré a verlo antes de morirme».