GÉNESIS 45:3-28
GÉNESIS 45:3-28 DHHE
José dijo a sus hermanos: –Yo soy José. ¿Vive mi padre todavía? Ellos estaban tan asustados de encontrarse delante de él, que no podían contestarle. Pero José les dijo: –Por favor, acercaos a mí. Cuando se acercaron, él les dijo: –Yo soy vuestro hermano José, el que vendisteis a Egipto; pero, por favor, no os aflijáis ni os enojéis con vosotros mismos por haberme vendido, pues Dios me envió antes que a vosotros para salvar vidas. Ya van dos años de hambre en el país, y todavía durante cinco años más no se cosechará nada, aunque se siembre. Pero Dios me envió antes que a vosotros para hacer que os queden descendientes sobre la tierra, y para salvaros la vida de una manera extraordinaria. Así que fue Dios quien me envió a este lugar, y no vosotros; él me ha puesto por consejero del faraón y amo de toda su casa, y como gobernador de todo Egipto. Id pronto a donde está mi padre y decidle: ‘Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a verme. No tardes. Vivirás en la región de Gosen, junto con tus hijos y nietos, y con todos tus animales y todo lo que tienes. Así estarás cerca de mí. Aquí os daré alimentos, a ti y a tu familia, y a todos los que están contigo, para que no os falte nada; pues todavía habrá hambre durante cinco años más.’ Mi hermano Benjamín y vosotros sois testigos de que yo mismo he dicho esto. Contadle a mi padre acerca de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto aquí. ¡Pronto, id a traer a mi padre! José abrazó a su hermano Benjamín y comenzó a llorar. También Benjamín lloró abrazado a José. Luego José besó a todos sus hermanos y lloró al abrazarlos. Después de esto, sus hermanos se atrevieron a hablarle. Por el palacio del faraón corrió la noticia de que los hermanos de José habían llegado, y el faraón se alegró junto con sus funcionarios. Y dijo el faraón a José: –Di a tus hermanos que carguen sus animales y regresen a Canaán, y que me traigan a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comerán de lo más sabroso que el país produce. Ordénales que de aquí, de Egipto, lleven carretas para traer a sus mujeres y niños, y también a vuestro padre. Que vengan y que no se preocupen por lo que tienen ahora, porque lo mejor de todo Egipto será de ellos. Los hijos de Israel lo hicieron así. José les dio las carretas que el faraón había ordenado, y alimentos para el camino; también les dio ropa nueva para cambiarse; pero a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas de ropa. A su padre le mandó diez asnos cargados con lo mejor que había en Egipto, y otros diez asnos cargados de trigo; y pan y comida para que comiera en el camino. Cuando José se despidió de sus hermanos, les dijo: –No os vayáis peleando por el camino. Ellos se fueron. Salieron de Egipto y llegaron a Canaán, donde vivía su padre Jacob. Cuando contaron a Jacob que José vivía todavía, y que él era quien gobernaba en todo Egipto, no supo qué hacer ni qué decir, pues no podía creer lo que le estaban diciendo. Pero cuando le contaron todo lo que José les había dicho, y cuando vio las carretas que José había mandado para llevarlo, se entusiasmó en gran manera. Entonces dijo: “¡Me basta saber que mi hijo José vive todavía! Iré a verle antes de morir.”