2 PEDRO 2:3-9
2 PEDRO 2:3-9 Reina Valera 2020 (RV2020)
Llevados por la avaricia, se valdrán de palabras engañosas para sacar provecho de vosotros. Sobre estos ya hace tiempo que la condenación está preparada y su perdición los espera. Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Y tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que trajo el diluvio sobre el mundo de los malvados, y tan solo protegió a ocho personas, de las cuales el octavo era Noé, pregonero de justicia. También condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, las redujo a ceniza, para que sirvieran de ejemplo de lo que les acontecerá a los que vivan sin temor y reverencia de Dios. Sin embargo, libró al justo Lot, que vivía abrumado por la conducta abominable de los malvados, (pues este hombre justo, que vivía entre ellos, sentía como su alma justa se atormentaba cada día al ver y oír lo que hacían aquellos malvados). Esto muestra que el Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio
2 PEDRO 2:3-9 La Palabra (versión española) (BLP)
En su ambición querrán, con palabras engañosas, utilizaros a vosotros como objetos de compraventa; pero hace tiempo que está dictada su condena, y pronta para consumarse su ruina. Dios, en efecto, no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó a las cavernas tenebrosas del abismo, donde los mantiene encarcelados para el juicio. Como tampoco perdonó a la humanidad primitiva, con excepción de Noé —preservado con otros siete por ser el pregonero de la justicia divina—, sino que desencadenó el diluvio sobre aquel mundo de impíos. Ni libró de la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, antes bien las redujo a cenizas para escarmiento de futuras generaciones pecadoras. Salvó, en cambio, al intachable Lot que se hallaba abrumado por la conducta lujuriosa de aquellos desalmados, pues, bueno como era y viviendo en medio de ellos, sentía rompérsele su buen corazón más y más cada día al ver y oír sus perversidades. El Señor sabe librar de la prueba a los creyentes y reservar, en cambio, a los impíos para castigarlos el día del juicio
2 PEDRO 2:3-9 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En su ambición de dinero os explotarán con falsas enseñanzas; pero la condenación los espera sin remedio, pues desde hace mucho tiempo están sentenciados. Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas, encadenados y guardados para el juicio. Ni tampoco perdonó Dios al mundo antiguo, sino que mandó el diluvio sobre aquellos hombres malos; salvó solamente a Noé, que predicó una vida de rectitud, y a otras siete personas. Dios también condenó a destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, quemándolas hasta dejarlas convertidas en cenizas, para que sirvieran de advertencia a la gente malvada que habría de venir después. Pero libró a Lot, hombre justo a quien afligía la vida viciosa de aquellos malvados. Este hombre justo que vivía entre ellos, sufría en su buen corazón a causa de las maldades que día tras día tenía que ver y oir. El Señor sabe librar de la prueba a quienes viven entregados a él, y sabe tener a los malos bajo castigo para el día del juicio.
2 PEDRO 2:3-9 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Llevados por la avaricia, estos maestros os explotarán a vosotros con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha. Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio. Tampoco perdonó al mundo antiguo cuando mandó un diluvio sobre los impíos, aunque protegió a ocho personas, incluyendo a Noé, predicador de la justicia. Además, condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a cenizas, poniéndolas como escarmiento para los impíos. Por otra parte, libró al justo Lot, que se hallaba abrumado por la vida desenfrenada de esos perversos, pues este justo, que convivía con ellos y amaba el bien, día tras día sentía que se le despedazaba el alma por las obras inicuas que veía y oía. Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la prueba a los que viven como Dios quiere, y reservar a los impíos para castigarlos en el día del juicio.