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RUT 1:5-22

RUT 1:5-22 DHHE

murieron también Mahlón y Quilión, y Noemí se encontró desamparada, sin hijos y sin marido. Un día Noemí oyó decir en Moab que el Señor se había compadecido de su pueblo y que había puesto fin a la época de hambre. Entonces decidió volver a Judá y, acompañada de sus nueras, salió del lugar donde vivían; pero en el camino les dijo: –Andad, volveos a vuestra casa, cada una con su madre. Que el Señor os trate siempre con bondad, como también vosotras nos tratasteis a mí y a mis hijos, y que os permita casaros otra vez y formar un hogar feliz. Luego Noemí les dio un beso de despedida, pero ellas se echaron a llorar y le dijeron: –¡No! ¡Nosotras volveremos contigo a tu país! Noemí insistió: –Marchaos, hijas mías, ¿para qué queréis seguir conmigo? Yo ya no voy a tener más hijos que puedan casarse con vosotras. Andad, volved a vuestra casa. Yo soy muy vieja para volverme a casar; y aunque tuviera aún esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener más hijos, ¿ibais a esperar hasta que fueran mayores, para casaros con ellos? ¿Os quedaríais sin casar por esperarlos? No, hijas mías, de ninguna manera. El Señor me ha enviado amargos sufrimientos, pero más amarga sería mi pena si os viera sufrir a vosotras. Ellas se echaron a llorar nuevamente. Al fin, Orfá se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella. Entonces Noemí le dijo: –Mira, tu concuñada se vuelve a su país y a sus dioses. Vete con ella. Pero Rut le contestó: –¡No me pidas que te deje y me separe de ti! Iré a donde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí quiero ser enterrada. ¡Que el Señor me castigue con toda dureza si me separo de ti, a menos que sea por la muerte! Al ver Noemí que Rut estaba decidida a acompañarla, no insistió más, y así las dos juntas siguieron su camino hasta llegar a Belén. Cuando entraron en Belén, hubo un gran revuelo en todo el pueblo. Las mujeres decían: –¿No es ésta Noemí? Pero ella les respondía: –Ya no me llaméis Noemí; llamadme Mará, porque el Dios todopoderoso me ha llenado de amargura. Salí de aquí con las manos llenas, y ahora las traigo vacías porque así lo ha querido el Señor. ¿Por qué me llamáis Noemí, si el Señor todopoderoso me ha condenado y afligido? Así fue como Noemí volvió de Moab con Rut, su nuera moabita. Llegaron a Belén cuando comenzaba la siega de la cebada.

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