LUCAS 22:35-53
LUCAS 22:35-53 DHHE
Luego Jesús les preguntó: –Cuando os envié sin bolsa ni provisiones ni sandalias, ¿acaso os faltó algo? Ellos contestaron: –Nada. Entonces les dijo: –Ahora, en cambio, el que tenga bolsa, que la traiga, y también provisiones; y el que no tenga espada, que venda su abrigo y se compre una. Porque os digo que ha de cumplirse en mí lo que dicen las Escrituras: ‘Y fue contado entre los malvados’. Porque todo lo que de mí está escrito ha de cumplirse. Ellos dijeron: –Señor, aquí hay dos espadas. Y él contestó: –Ya basta. Luego salió Jesús y, según su costumbre, se fue al monte de los Olivos. Los discípulos le siguieron. Al llegar al lugar, les dijo: –Orad, para que no caigáis en tentación. Se alejó de ellos como a distancia de un tiro de piedra, y se puso a orar de rodillas, diciendo: –Padre, si quieres, líbrame de esta copa amarga; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. [En esto se le apareció un ángel del cielo, que le daba fuerzas. En medio de un gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía al suelo como grandes gotas de sangre.] Cuando se levantó de la oración fue a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos, vencidos por la tristeza. Les dijo: –¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en tentación. Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó un grupo de gente. El que se llamaba Judas, que era uno de los doce discípulos, iba a la cabeza, y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: –Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre? Los que estaban con Jesús, al ver lo que pasaba, le preguntaron: –Señor, ¿atacamos con espada? Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Jesús dijo: –Dejadlo. Ya basta. Y tocando la oreja al criado, se la curó. Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos que habían ido a apresarle: –¿Por qué venís con espadas y palos como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado con vosotros en el templo, y ni siquiera me tocasteis. Pero esta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas.