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ISAÍAS 36:11-22

ISAÍAS 36:11-22 DHHE

Eliaquim, Sebná y Joah respondieron al oficial asirio: –Por favor, háblanos en arameo, pues nosotros lo entendemos. No nos hables en hebreo, pues toda la gente que hay en la muralla está escuchando. Pero el oficial asirio dijo: –No fue a tu amo, ni a vosotros, a quienes el rey de Asiria me mandó que dijera esto. Fue precisamente a la gente que está sobre la muralla, pues ellos, lo mismo que vosotros, tendrán que comerse su propio estiércol y beberse sus propios orines. Entonces el oficial, de pie, gritó muy fuerte en hebreo: –Oíd lo que os dice el gran rey, el rey de Asiria: ‘No os dejéis engañar por Ezequías; él no puede salvaros.’ Si Ezequías quiere convenceros de que confiéis en el Señor, y os dice: ‘El Señor ciertamente nos salvará; no permitirá que esta ciudad caiga en poder del rey de Asiria’, no le hagáis caso. El rey de Asiria me manda a deciros que hagáis las paces con él, y que os rindáis, y así cada uno podrá comer del producto de su viña y de su higuera, y beber el agua de su propia cisterna. Después os llevará a un país parecido al vuestro, un país de trigales y viñedos, para hacer pan y vino. Aunque Ezequías os diga que el Señor va a salvaros, no os dejéis engañar. ¿Acaso alguno de los dioses de los otros pueblos pudo salvar a su país del poder del rey de Asiria? ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim? ¿Acaso pudieron salvar del poder de Asiria a Samaria? ¿Cuál de todos los dioses de esos países pudo salvar a su nación del poder del rey de Asiria? ¿Por qué pensáis que el Señor puede salvar a Jerusalén? Ellos se quedaron callados y no le respondieron ni una palabra, porque el rey había ordenado que no respondieran. Entonces, afligidos, Eliaquim, mayordomo de palacio; Sebná, cronista, y Joah, secretario del rey, se rasgaron la ropa y se fueron a ver a Ezequías para contarle lo que había dicho el comandante asirio.