HEBREOS 9:12-15
HEBREOS 9:12-15 DHHE
Cristo ha entrado en el santuario, ya no para ofrecer la sangre de chivos y becerros sino su propia sangre. Ha entrado una sola vez y para siempre, y ha obtenido para nosotros la salvación eterna. Es verdad que la sangre de los toros y de los chivos, y las cenizas de la becerra quemada en el altar, las cuales se esparcen sobre los que están impuros, tienen poder para consagrarlos y purificarlos por fuera. Pero si esto es así, ¡cuánto más poder tendrá la sangre de Cristo! Pues Cristo, por medio del Espíritu eterno, se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha, y su sangre limpia nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que podamos servir al Dios viviente. Por eso, Jesucristo intervino con su muerte, a fin de unir a Dios y los hombres como mediador de un nuevo pacto o testamento, para que sean perdonados los pecados cometidos bajo el primer pacto y para que aquellos a quienes Dios ha llamado puedan recibir la herencia eterna que él les ha prometido.