AMÓS 9:1-10
AMÓS 9:1-10 DHHE
Vi al Señor, que estaba junto al altar y me decía: “Golpea los capiteles hasta que tiemblen los umbrales; ¡que caigan hechos pedazos sobre la gente! A quienes queden vivos, los mataré a filo de espada; aunque traten de huir, ni uno solo se salvará; aunque se escondan en las profundidades de la tierra, de allí los sacaré; aunque suban a las alturas de los cielos, de allí los haré bajar. Si se esconden en la cumbre del monte Carmelo, aun allí iré a buscarlos; si se esconden de mí en el fondo del mar, mandaré al monstruo marino que vaya y los destroce; y si van al destierro llevados por sus enemigos, mandaré a la espada que vaya y los mate. ¡Para mal y no para bien los tendré siempre a la vista!” El Señor, el Dios todopoderoso, toca la tierra, y la tierra se derrite y lloran todos sus habitantes. La tierra sube y baja como suben y bajan las aguas del Nilo. El Señor ha puesto su habitación en el cielo y la bóveda celeste sobre la tierra; él llama a las aguas del mar y las derrama sobre la tierra. El Señor, ese es su nombre. Esto afirma el Señor: “Israelitas, para mí no hay diferencia entre vosotros y los etíopes. Así como os traje de Egipto, así traje también de Creta a los filisteos, y de Quir a los arameos.” El Señor mira este reino pecador y dice: “Lo voy a borrar de la tierra, pero no destruiré por completo la casa de Jacob. Yo, el Señor, lo afirmo. Ordenaré que la casa de Israel sea zarandeada como se zarandea el trigo en una criba, sin que un solo grano caiga a tierra. Todos los pecadores de mi pueblo morirán a filo de espada; todos los que dicen: ‘Nada de eso nos pasará; el mal no va a alcanzarnos.’