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HECHOS 9:26-43

HECHOS 9:26-43 DHHE

Saulo, al llegar a Jerusalén, quiso reunirse con los creyentes; pero todos le tenían miedo porque no creían que también él fuera creyente. Sin embargo, Bernabé le llevó y le presentó a los apóstoles. Les contó que Saulo había visto al Señor en el camino, que el Señor le había hablado y que, en Damasco, Saulo había anunciado a Jesús con toda valentía. Así Saulo se quedó en Jerusalén y andaba con ellos hablando del Señor sin miedo alguno. Conversaba y discutía con los judíos que hablaban griego, pero estos trataban de matarlo. Cuando los hermanos se dieron cuenta de ello, llevaron a Saulo a Cesarea, y de allí le enviaron a Tarso. Entonces la iglesia, en todas las regiones de Judea, Galilea y Samaria, tenía paz y crecía espiritualmente. Vivía en el temor del Señor, y con la ayuda del Espíritu Santo iba aumentando en número. Pedro, que andaba visitando a los hermanos, fue también a ver a los creyentes que vivían en Lida. Encontró allí a un hombre llamado Eneas, que desde hacía ocho años estaba en cama, paralítico. Pedro le dijo: –Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla tu cama. Eneas se levantó al punto. Y todos los que vivían en Lida y en Sarón le vieron levantado y se convirtieron al Señor. Por entonces había en la ciudad de Jope una creyente llamada Tabita (que en griego es Dorcas). Esta mujer, que pasaba su vida haciendo el bien y ayudando a los necesitados, enfermó y murió en aquellos días. Su cuerpo, después de lavado, fue depositado en un cuarto del piso alto. Jope estaba cerca de Lida, donde se encontraba Pedro; y como los creyentes supieron que él se encontraba allí, mandaron dos hombres a decirle: –Ven sin tardanza a Jope. Pedro fue con ellos. Al llegar, le llevaron al cuarto donde estaba el cuerpo, y todas las viudas le rodearon llorando y le mostraron los vestidos y las túnicas que Dorcas había hecho en vida. Pedro los hizo salir a todos, se arrodilló y oró; luego, mirando a la muerta, dijo: –¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se incorporó. Entonces Pedro, tomándola de la mano, la levantó; luego llamó a los creyentes y a las viudas, y se la presentó viva. Esto se supo en toda la ciudad de Jope y muchos creyeron en el Señor. Pedro se quedó varios días en la ciudad, en casa de un curtidor llamado Simón.

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