2 SAMUEL 24:10-25
2 SAMUEL 24:10-25 DHHE
Pero David se sintió culpable por haber hecho el censo de la población, y confesó al Señor: “He cometido un grave pecado al hacer esto. Pero te ruego, Señor, que perdones ahora el pecado de este siervo tuyo, pues me he portado como un necio.” A la mañana siguiente, cuando se levantó David, dijo el Señor al profeta Gad, vidente al servicio de David: “Ve a ver a David, y dile de mi parte que le propongo tres cosas y que él escoja la que quiera que yo haga.” Gad fue a ver a David y le preguntó: –¿Qué prefieres: siete años de hambre en el país, tres meses huyendo tú de la persecución de tus enemigos o tres días de peste en el país? Piensa y decide ahora lo que he de responder al que me ha enviado. David contestó a Gad: –Estoy en un grave aprieto. Ahora bien, es preferible que caigamos en manos del Señor, pues su bondad es muy grande, y no en manos de los hombres. Entonces mandó el Señor una peste sobre Israel, desde aquella misma mañana hasta la fecha indicada, y desde Dan hasta Beerseba murieron setenta mil personas. Y cuando el ángel estaba a punto de destruir Jerusalén, le pesó al Señor aquel daño y ordenó al ángel que estaba hiriendo al pueblo: “¡Basta ya, no sigas!” En aquel momento, el ángel del Señor se encontraba junto a la era de Arauna el jebuseo. Y cuando David vio al ángel que hería a la población, dijo al Señor: –¡Yo soy quien ha pecado! ¡Yo soy el culpable! Pero ¿qué han hecho estos inocentes? ¡Te ruego que tu castigo caiga sobre mí y sobre mi familia! Aquel mismo día, Gad fue a ver a David, y le dijo que levantara un altar al Señor en la era de Arauna el jebuseo. Entonces David fue a hacer lo que Gad le había dicho por orden del Señor. Arauna estaba mirando a lo lejos, cuando vio que el rey y sus servidores se dirigían hacia él. Entonces Arauna se adelantó, e inclinándose delante del rey le dijo: –¿A qué se debe la visita de Su Majestad a su criado? David respondió: –Quiero comprarte la era, para construir allí un altar al Señor, a fin de que la peste se retire del pueblo. Arauna le contestó: –Tome Su Majestad lo que mejor le parezca, y ofrezca holocaustos. Aquí hay toros para el holocausto, y los trillos y los yugos de las yuntas pueden servir de leña. ¡Todo esto se lo doy a Su Majestad! Además, Arauna exclamó: –¡Ojalá Su Majestad pueda complacer al Señor su Dios! Pero el rey respondió: –Te lo agradezco, pero he de pagarte el precio de todo lo que te compre, pues no presentaré al Señor mi Dios holocaustos que no me hayan costado nada. De esta manera, David compró la era y los toros por cincuenta monedas de plata, y allí construyó un altar al Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de reconciliación. Entonces el Señor atendió las súplicas en favor del país, y la peste se retiró de Israel.