2 REYES 9
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Jehú, consagrado rey de Israel
1El profeta Eliseo#9.1 Esta iniciativa del profeta Eliseo se proponía acabar con una familia real que había perseguido a los fieles del Señor (1 R 18.4) y tratado de implantar en Israel el culto de Baal (véase 1 R 16.31 nota i). Sobre la actitud crítica de los profetas con respecto a la realeza, véase 1 S 10.1 nota a. llamó a uno del grupo de los profetas#9.1 Del grupo de los profetas: Véase 1 R 20.35 nota j. y le dijo:
–Prepárate#9.1 Prepárate: Véase 2 R 4.29 n. para salir. Toma este frasco de aceite#9.1 Este frasco de aceite: Cf. 1 S 10.1; 16.1. y ve a Ramot de Galaad;#9.1 Ramot de Galaad: Cf. 1 R 22.3; 2 R 8.28. El rey arameo Hazael pretendía reconquistar esta ciudad, que había vuelto a caer en poder de los israelitas (cf. v. 14). 2cuando llegues allá, ve en busca de Jehú, hijo de Josafat#9.2 No debe confundirse al padre de Jehú con Josafat, rey de Judá (cf. 1 R 22.2). y nieto de Nimsí. Entra en donde él se encuentre, apártalo de sus compañeros y llévalo a otra habitación; 3toma entonces el frasco de aceite y derrámalo sobre su cabeza, diciendo: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro#9.3 Yo te consagro: Véase 1 S 10.1 nota c. rey de Israel.’ Abre luego la puerta y huye sin detenerte.
4El joven profeta fue a Ramot de Galaad, 5y al llegar encontró reunidos a los capitanes del ejército. Entonces dijo:
–Tengo algo que comunicar a mi capitán.
–¿A cuál de todos nosotros? –respondió Jehú.
–A ti, mi capitán, –contestó el profeta.
6En seguida Jehú se levantó y entró en la habitación.#9.6 Esta acción profética realizada sin testigos, en un lugar apartado, evoca la unción de Saúl por el profeta Samuel (1 S 9.27–10.1). Entonces el profeta derramó el aceite sobre su cabeza, y le anunció:
–El Señor, Dios de Israel, dice: ‘Yo te consagro rey de Israel, mi pueblo.#9.6 Por medio de este joven profeta (cf. v. 4), Eliseo dio cumplimiento a la misión que el Señor había encomendado a Elías (1 R 19.16). 7Tú acabarás con la descendencia de Ahab, tu amo, y así vengarás la sangre de mis profetas y de todos mis siervos derramada por Jezabel.#9.7 La sangre... derramada por Jezabel: Cf. 1 R 18.4; 19.10; 21.15. 8Toda la familia de Ahab será destruida; acabaré con todos sus varones en Israel, y ninguno quedará con vida. 9Voy a hacer con la descendencia de Ahab lo mismo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nabat, y con la de Baasá, hijo de Ahías. 10En cuanto a Jezabel, se la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la entierre.’
Dicho esto, el profeta abrió la puerta y huyó.#9.9-10 Cf. 1 R 21.22-23. 11Y cuando Jehú fue a reunirse con los oficiales de su amo, estos le preguntaron:
–¿Qué pasa? ¿Para qué ha venido a verte ese loco?#9.11 Ese loco: Cf. Os 9.7; Jer 29.26. Los oficiales de Jehú confundieron al discípulo de Eliseo con uno de esos profetas extáticos que se caracterizaban por sus palabras y gestos frenéticos (véanse 1 S 10.5 nota k; 2 R 2.3 nota e).
–Pues vosotros le conocéis, y conocéis también su modo de hablar –dijo Jehú.
12–No nos engañes –contestaron ellos–. ¡Vamos, cuéntanoslo todo!
Entonces Jehú les respondió:
–Pues me dijo esto: ‘Así dice el Señor: Yo te consagro rey de Israel.’
13Al momento, cada uno de ellos tomó su capa y la tendió a sus pies, sobre los escalones.#9.13 Su capa... a sus pies: Cf. Mt 21.8. Los escalones: Tal vez se trata de las gradas sobre las que se había erigido un trono improvisado. De este modo, los oficiales del ejército reconocieron a Jehú como rey y le tributaron honores reales. Luego tocaron el cuerno de carnero y gritaron: “¡Jehú es el rey!”#9.13 El relato enumera los ritos característicos de la entronización real: la unción con el aceite sagrado, el toque del cuerno de carnero y la aclamación del nuevo rey (cf. 2 R 11.12). Solo que Jehú no fue aclamado por todo el pueblo (cf. 1 R 1.39-40), ni por todo el ejército (cf. 1 R 16.16), sino por el reducido grupo de oficiales que lo apoyó en su rebelión contra la dinastía reinante.
Muerte de Joram, rey de Israel
14Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsí, conspiró contra Joram. Joram, que había estado con todos los de Israel defendiendo Ramot de Galaad del ataque de Hazael, rey de Siria, 15había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que le habían causado los sirios en el combate contra Hazael. Jehú dijo entonces a sus compañeros que, si en verdad querían que él fuera su rey, no permitieran a nadie salir de la ciudad para llevar la noticia a Jezreel. 16Luego montó en su carro de combate y se fue a Jezreel, donde Joram estaba en cama. También Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar a Joram.#9.16 Los vs. siguientes relatan episodios de extrema violencia, ejecutados por Jehú metódicamente y a sangre fría. Tal despliegue de violencia deja entrever la enorme tensión cultural, política y religiosa que se había acumulado en el reino de Israel debido al comportamiento de la familia real, especialmente el de la reina fenicia Jezabel (cf. 1 R 16.31). Jehú contaba con un respaldo profético (cf. v. 1) y pretendía reivindicar los derechos del Señor (cf. v. 22), pero consumó su golpe de Estado mediante un baño de sangre. Más tarde, el profeta Oseas condenaría severamente los crímenes que Jehú cometió en Jezreel (Os 1.4-5). 17Cuando el centinela que estaba en la torre de Jezreel vio acercarse el grupo de Jehú, gritó:
–¡Viene gente!
Entonces Joram ordenó:
–Mandad a su encuentro un hombre a caballo, para que les pregunte si vienen en son de paz.
18El jinete fue al encuentro de Jehú y le dijo:
–El rey manda a preguntar si venís en son de paz.
Jehú le contestó:
–Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí!
Entonces el centinela informó:
–El mensajero ha llegado hasta ellos, pero no se le ve regresar.
19Al momento envió el rey otro hombre a caballo, que llegó hasta ellos y les dijo:
–El rey manda a preguntar si venís en son de paz.
Jehú respondió:
–Eso no es asunto tuyo. ¡Ponte ahí, detrás de mí!
20El centinela informó de nuevo:
–El otro ha llegado también hasta ellos, pero no se le ve regresar. Y parece que quien conduce el carro es Jehú, el nieto de Nimsí, porque lo conduce como un loco, conforme a su manera de ser.
21Entonces Joram ordenó:
–¡Enganchad mi carro de combate!
Engancharon su carro, y Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, salieron, cada uno en su carro de combate, al encuentro de Jehú. Lo encontraron en la propiedad de Nabot de Jezreel. 22Y al ver Joram a Jehú, le dijo:
–¿Vienes en son de paz, Jehú?
Jehú respondió:
–¿Qué paz puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones#9.22 Siga con sus prostituciones: Aquí, como en muchos otros textos proféticos, la prostitución es una metáfora o imagen para designar la idolatría. Véase Jer 2.20 nota w; Os 1.2. y sus muchas hechicerías?
23En seguida Joram dio la vuelta y huyó, mientras gritaba a Ocozías:
–¡Traición, Ocozías!
24Pero Jehú tendió su arco y disparó contra Joram una flecha que le entró por la espalda y le atravesó el corazón. Joram cayó herido de muerte sobre su carro. 25Jehú ordenó entonces a Bidcar, su ayudante:
–Sácalo de ahí y échalo en el campo de Nabot de Jezreel, porque recuerdo que cuando tú y yo conducíamos juntos los carros de combate de Ahab, su padre, el Señor pronunció esta sentencia contra él: 26‘Así como ayer vi la sangre de Nabot#9.26 El campo de Nabot: Cf. 1 R 21.1. y de sus hijos, así te daré tu merecido en este mismo terreno.#9.26 Cf. 1 R 21.19. Yo, el Señor, lo afirmo.’ Así que cógelo y échalo en el campo de Nabot, según lo anunció el Señor.
Muerte de Ocozías
(2 Cr 22.7-9)
27Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que sucedía, huyó hacia Bet-hagan. Pero Jehú le persiguió, y ordenó:
–¡Matadlo a él también!
Le hirieron de muerte en su carro, en la cuesta de Gur, junto a Ibleam, pero él huyó hasta Meguido. Allí murió. 28Después sus criados lo llevaron a Jerusalén en un carro y lo enterraron en su sepulcro familiar, en la Ciudad de David.
29Ocozías había comenzado a reinar sobre Judá en el año once del reinado de Joram, hijo de Ahab.
Muerte de Jezabel
30Jehú se fue entonces a Jezreel. Al saberlo, Jezabel se pintó sombras alrededor de los ojos y se adornó el cabello; luego se asomó a una ventana. 31Y cuando Jehú llegó a la entrada de la ciudad, ella le dijo:
–¿Cómo estás, Zimrí, asesino de tu señor?#9.31 Nótese la ironía de este saludo: Zimrí, el comandante del ejército, había usurpado el trono matando al rey Elá y a sus descendientes, pero su reinado duró apenas siete días (1 R 16.9-16).
32Jehú miró hacia la ventana y dijo:
–¿Quién está de mi parte?
Dos o tres oficiales de palacio se asomaron a verle, 33y Jehú les ordenó:
–¡Echadla abajo!
Ellos la echaron abajo, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos, los cuales pisotearon a Jezabel. 34Luego Jehú se fue a comer y beber.
Más tarde, Jehú ordenó:
–Encargaos de esa maldita mujer, y enterradla, porque después de todo era hija de un rey.
35Pero cuando fueron a enterrarla, solo encontraron de ella el cráneo, los pies y las palmas de las manos. 36Entonces regresaron a comunicárselo a Jehú, y Jehú comentó:
–Ya el Señor había dicho por medio de su siervo Elías, el de Tisbé, que los perros se comerían el cuerpo de Jezabel en el campo de Jezreel,#9.36 Cf. 1 R 21.23. 37y que su cadáver quedaría esparcido, como estiércol, sobre el terreno del campo de Jezreel, de modo que nadie podría reconocer sus restos.
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