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TOBIT 10

10
IV. REGRESO DE TOBÍAS Y CURACIÓN DE TOBIT (10–11)
Angustia de Tobit y Ana
1Entre tanto, Tobit iba contando los días uno por uno, y calculaba cuánto tardaría Tobías en ir y cuánto en volver. Y cuando el tiempo calculado pasó sin que su hijo apareciese, 2pensó: “¿Le habrán retenido allá? ¿Será que Gabael murió y nadie le entrega el dinero?” 3Y comenzó a entristecerse. 4Ana, su esposa, le decía:
–¡Mi hijo ha muerto, ya no está vivo!
Y se echaba a llorar y a lamentarse por su hijo, y decía:
5–¡Ay, hijo mío! ¿Por qué te dejé ir, luz de mis ojos?
6Pero Tobit le decía:
–¡Cállate, querida, no te preocupes! Él está bien. Habrán tenido allí algún contratiempo. Pero el hombre que le acompaña es de confianza, y además es pariente nuestro. No te pongas triste por él, querida, que ya estará al llegar.
7Pero ella le respondía:
–¡Cállate y déjame en paz! No me engañes. Mi hijo ha muerto.
Diariamente ella se levantaba y miraba atentamente hacia el camino por donde debía venir su hijo, y no hacía caso a nadie. Al atardecer, entraba y comenzaba a lamentarse, y lloraba toda la noche, sin poder dormir.
Tobías decide regresar
8Terminadas las dos semanas de las fiestas de bodas que Ragüel se había comprometido a celebrar en honor de su hija, Tobías fue y dijo a Ragüel:
–Déjame ir. Yo sé que mi padre y mi madre creen que ya no volverán a verme. Padre, te ruego que me dejes ir a casa de mi padre. Ya te conté cómo le dejé.
9Ragüel le contestó:
–Quédate, hijo, quédate conmigo. Yo enviaré a tu padre Tobit unos mensajeros que le lleven noticias tuyas.
Pero Tobías respondió:
–De ninguna manera. Te ruego que me dejes volver a casa de mi padre.
10Entonces Ragüel le entregó a Sara, su esposa, y le dio la mitad de todo lo que tenía: criados y criadas, bueyes y ovejas, asnos y camellos, ropa, plata y utensilios. 11Luego los dejó ir tranquilos. A Tobías lo despidió diciéndole:
–¡Que te vaya bien, hijo! ¡Vete en paz! Que el Señor del cielo os conceda un feliz viaje a ti y a Sara tu esposa. ¡Ojalá pueda yo, antes de morir, ver a vuestros hijos!
12Y a su hija Sara le dijo:
–Vete en paz a casa de tu suegro. De ahora en adelante ellos serán tus padres, como nosotros que te dimos la vida. Vete en paz, hija mía, y que mientras viva tenga yo solamente buenas noticias de ti.
Y despidiéndose de ellos los dejó ir. 13Edna, por su parte, dijo a Tobías:
–Hijo y pariente querido, que el Señor te ayude a volver a tu casa, y que yo pueda vivir para ver los hijos de ambos antes de morirme. Delante del Señor confío y encomiendo mi hija a tu cuidado. Jamás le seas motivo de tristeza. ¡Adiós, hijo! De ahora en adelante yo soy tu madre y Sara es tu esposa querida. Que todos nosotros vivamos igualmente felices todos los días de nuestra vida.
Luego los besó a ambos y los dejó ir en paz.
14Tobías se fue de la casa de Ragüel feliz y contento y alabando al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo, porque le había concedido un viaje tan bueno. Pidió a Dios que bendijera a Ragüel y a Edna, y dijo:
–¡Ojalá tenga yo la dicha de honrarlos todos los días de su vida!#10.14 Pidió a Dios... de su vida: según la versión latina antigua. Gr.: Y le dijo: Se te ha concedido honrarlos todos los días de tu vida.

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