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JONÁS 2

2
La oración de Jonás#2.1-10 Esta oración de Jonás tiene una estructura literaria similar a los llamados salmos de acción de gracias, que describen un peligro ya pasado, reconocen al Señor como salvador y concluyen con la promesa de ofrecer sacrificios en el templo de Jerusalén. Cf. Sal 30; 116; 118 y véase también la Introducción a los Salmos (3).
1Jonás oró al Señor su Dios desde dentro del pez, 2diciendo:
“En mi angustia clamé a ti, Señor,
y tú me respondiste.#2.2 En mi angustia... y tú me respondiste: 2 S 22.7; Sal 18.6; 120.1.
Desde las profundidades de la muerte
clamé a ti, y tú me oíste.#2.2 Desde las profundidades... y tú me oíste: Sal 130.1; Lm 3.55.
3Me arrojaste a lo más hondo del mar#2.3 Lo más hondo del mar: Cf. Ez 27.26; Miq 7.19. El mar ha causado siempre una viva impresión a causa de su inmensidad (Job 11.9), del ímpetu de sus olas (Job 38.8) y de su fuerza destructiva (Ez 26.3). Por eso, los israelitas veían en él la representación del caos anterior a la creación (véase Gn 1.2 nota c) y un símbolo de los más grandes peligros. También por eso, en Ap 21.1 se dice que al fin de los tiempos el mar ya no existirá más. Véase, en sentido contrario, la referencia al mar de cristal (Ap 15.2; cf. 4.6), como símbolo de pureza y de paz.
y las corrientes me envolvieron.
Las grandes olas que tú mandas
pasaban sobre mí.#2.3 Sal 42.7; 88.3-7.
4Llegué a sentirme echado de tu presencia;#2.4 Echado de tu presencia: Sal 31.22.
pensé que no volvería a ver tu santo templo.
5Las aguas me rodeaban por completo,
me cubría el mar profundo
y las algas se enredaban en mi cabeza.
6Me hundí hasta el fondo del abismo:#2.6 El fondo del abismo: lit. las raíces de las montañas. Se alude probablemente a lo más hondo del mar, ya que los antiguos israelitas pensaban que el suelo firme tenía sus cimientos en las profundidades marinas. Cf. Sal 24.2; 69.2, y véanse Sal 18.15 n. y Am 7.4 nota h.
¡Ya me sentía su eterno prisionero!
Pero tú, Señor, mi Dios,
me salvaste de la muerte.#2.6 Me salvaste de la muerte: Sal 30.3.
7Al ver que la vida se me iba,
me acordé de ti, Señor;
mi oración llegó a ti en tu santo templo.
8Los que siguen a los ídolos
dejan de serte leales;
9pero yo, con voz de gratitud,
te ofreceré sacrificios;
cumpliré las promesas que te hice.#2.9 Las promesas que te hice: Sal 22.25.
¡Tan sólo tú, Señor, puedes salvar!”
10Entonces el Señor dispuso que el pez vomitara a Jonás en tierra firme.

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