Proverbios 25
25
IV. Colección de proverbios salomónicos
1La siguiente lista de proverbios de Salomón fue preparada por los servidores de Ezequías, rey de Judá.
2A Dios corresponde tener misterios,
al rey tratar de entenderlos.
3Tres cosas hay imposibles de investigar:
la altura del cielo,
la profundidad de la tierra,
y lo que los reyes piensan.
4Limpiando de impurezas la plata,
el joyero fabrica una copa;
5limpiando de malvados el reino,
el rey mantiene la justicia.
6Cuando estés ante el rey,
no te sientas importante
ni te des aires de grandeza.
7Es preferible que te inviten
a sentarte en un lugar de más honor,
a que tengas que pasar vergüenza
ante los invitados importantes.
Si de algo eres testigo,
8no te des prisa en denunciarlo,
no sea que otro testigo lo niegue
y te avergüence.
9Defiéndete si es necesario,
pero no le cuentes a nadie
lo que otros te han confiado,
10no sea que alguien te oiga,
te avergüence
y te ganes mala fama.
11Las palabras dichas a tiempo
son como manzanas de oro
con adornos de plata.
12Para quien sabe apreciarla,
una sabia corrección vale tanto
como una joya de oro muy fino.
13Tan refrescante
como apagar tu sed
con un vaso de agua fresca
es contar con un amigo
a quien puedes confiarle un mensaje.
14Hay quienes presumen de dar,
pero nunca dan nada;
son como nubes llevadas por el viento,
que anuncian lluvia ¡y no llueve!
15La paciencia hace que ceda el gobernante,
una palabra amable vence toda resistencia.
16Si encuentras miel,
no comas demasiada;
la mucha miel empalaga
y te puede hacer vomitar.
17No visites demasiado la casa del prójimo,
no sea que se canse de ti y te aborrezca.
18Quien da falso testimonio contra su prójimo
es como si lo golpeara con un mazo
o lo hiriera con flechas y espada.
19Confiar en gente traicionera
cuando se tienen problemas
es peor que comer con dolor de muelas
o caminar con una pierna rota.
20Cantar canciones
a los que están afligidos
es como echar vinagre en una herida
o estar en pleno invierno
y no tener con qué abrigarse.
21Si tu enemigo tiene hambre,
dale de comer;
y si tiene sed, dale de beber.
22Así Dios te premiará,
y harás que a tu enemigo
le arda la cara de vergüenza.
23El viento del norte hace llover,
las malas lenguas provocan la ira.
24Más vale vivir en un rincón de la azotea
que en un palacio con una mujer intratable.
25Con qué gusto se bebe
el agua fresca cuando se tiene sed;
así se reciben las buenas noticias
que vienen de tierras lejanas.
26Cuando una persona buena
se rinde ante el malvado,
se convierte en fuente turbia
y manantial contaminado.
27Tan malo es comer mucha miel
como recibir muchos honores.
28Quien no controla su carácter
es como una ciudad sin protección.
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