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RUT 1:1-17

RUT 1:1-17 RV2020

En la época de los jueces hubo hambre en el país y un hombre de Belén de Judá emigró con su mujer y sus dos hijos a las tierras de Moab. Aquel hombre se llamaba Elimelec, y su mujer Noemí; los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron a los campos de Moab, y se quedaron allí. Murió Elimelec, marido de Noemí, y se quedó sola con sus dos hijos, que se casaron con mujeres moabitas; una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años. Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, de modo que la mujer quedó así desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido. Cuando Noemí se enteró de que el Señor había bendecido a su pueblo y que el hambre había terminado, decidió abandonar Moab junto con sus nueras. Partió con sus dos nueras del lugar donde había estado y emprendieron el camino de regreso a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: —Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que el Señor os trate con la misma bondad que vosotras habéis demostrado con mis hijos ya difuntos y conmigo. Os conceda el Señor que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las despidió con un beso. Pero ellas, deshechas en llanto, exclamaron: —¡De ninguna manera! Nosotras iremos contigo a tu pueblo. Noemí insistió: —Regresad, hijas mías; ¿a qué vais a venir conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos? Regresad, hijas mías, marchaos, porque ya soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque dijera: «Todavía tengo esperanzas», y esta misma noche estuviera con algún marido, y aun diera a luz hijos, ¿les esperaríais vosotras hasta que fueran mayores, renunciando por ellos a casaros de nuevo? No, hijas mías; mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí. Pero ellas seguían deshechas en llanto. Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se quedó con ella. Noemí dijo: —Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella. Rut respondió: —No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si nos separa otra cosa que la muerte.

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