SALMOS 119:72-107
SALMOS 119:72-107 RV2020
Mejor me es la ley de tu boca que mucha riqueza de oro y plata. Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender y aprenderé tus mandamientos. Los que te temen me verán y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado. Conozco, Señor, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu siervo. Vengan a mí tus misericordias para que viva, porque tu ley es mi delicia. Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero yo meditaré en tus mandamientos. Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios. Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado. Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra. Desfallecen mis ojos por tu palabra, y digo: «¿Cuándo me consolarás?». Aunque estoy como un odre expuesto al humo, no he olvidado tus estatutos. ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia contra los que me persiguen? Los soberbios me han cavado hoyos, mas no proceden según tu ley. Todos tus mandamientos son verdad. Sin causa me persiguen: ¡ayúdame! Casi me han echado por tierra, pero no he dejado tus mandamientos. Vivifícame conforme a tu misericordia y guardaré los testimonios de tu boca. Para siempre, Señor, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tus decretos subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiera sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado. ¡Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos! Los impíos me acechan para destruirme; mas yo consideraré tus testimonios. A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento. ¡Cuánto amo yo tu ley! ¡Todo el día es ella mi meditación! Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis maestros he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los ancianos he entendido, porque he guardado tus mandamientos. De todo mal camino contuve mis pies para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca! De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino. Juré y ratifiqué que guardaría tus justos juicios. ¡Afligido estoy en gran manera! ¡Vivifícame, Señor, conforme a tu palabra!