PROVERBIOS 31:1-31
PROVERBIOS 31:1-31 RV2020
Palabras del rey Lemuel: profecía con que lo instruyó su madre. ¿Qué decirte, hijo mío, hijo de mi vientre? ¿Qué decirte, hijo de mis anhelos? No des tu fuerza a las mujeres, ni tus caminos a las que destruyen a los reyes. No es digno de reyes, Lemuel, no es digno de reyes beber vino, ni de príncipes darse a la sidra; pues quizá al beber olviden la ley y perviertan el derecho de todos los afligidos. Dad la sidra al desfallecido y el vino al de ánimo amargado: que beban, que se olviden de su necesidad y no se acuerden más de su miseria. Abre tu boca en favor del mudo; defiende la causa de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del pobre y del menesteroso. Mujer valiente, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas. El corazón de su marido confía en ella y no carecerá de ganancias. De ella recibe el bien y no el mal todos los días de su vida. Ella busca la lana y el lino, y trabaja gustosamente con sus manos. Es como la nave del mercader, que trae su pan desde lejos. Mientras es aún de noche, se levanta para dar la comida a su familia y la ración a sus criadas. Considera la heredad y la compra, y con sus propias manos planta una viña. Se arremanga con decisión y trabaja con energía. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso. No teme por su familia cuando nieva, porque todos los suyos van bien abrigados. Ella se teje los tapices, y de lino fino y de púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas de la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del país. Teje telas y las vende, y provee de cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría y la ley de la clemencia está en su lengua. Está atenta a la marcha de su casa y no come el pan de balde. Sus hijos se levantan y la llaman dichosa, y su marido también la alaba: «¡Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas!». Engañosa es la gracia y vana la hermosura, pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada. ¡Ofrecedle del fruto de sus manos, y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!