PROVERBIOS 27:1-24
PROVERBIOS 27:1-24 RV2020
No te jactes del día de mañana porque no sabes qué dará de sí el día. Que sea otro quien te alabe y no tú; un extraño y no tú mismo. Pesada es la piedra y la arena pesa, pero más pesada que ambas es la ira del necio. Cruel es la ira e impetuoso el furor, pero ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Leales son las heridas que causa el que ama, pero falsos los besos del que aborrece. El hombre saciado desprecia el panal de miel, pero al hambriento, aun lo amargo le resulta dulce. Cual ave errante lejos de su nido es el hombre que anda lejos de su hogar. El bálsamo y el perfume alegran el corazón, y el consejo de amigo endulza la vida. No dejes a tu amigo ni al amigo de tu padre, ni vayas a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción: mejor es un vecino cerca que un hermano lejos. Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón; así podré responder al que me agravie. El prudente ve el mal y se esconde, pero los incautos pasan y se llevan el daño. Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño, y tómale prenda al que fía a la mujer ajena. A quien de madrugada bendice en alta voz a su amigo, por maldición se le contará. Gotera continua en tiempo de lluvia y mujer pendenciera, son semejantes: pretender contenerla es como querer refrenar el viento o retener el aceite en la mano derecha. El hierro con hierro se afila; y el hombre, en contacto con su prójimo. Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor recibirá honores. Como la figura en el agua es reflejo del rostro, así el hombre se refleja en el corazón del hombre. Como el seol y el Abadón nunca se sacian, así los ojos del hombre nunca están satisfechos. En el crisol se prueba la plata, en el horno el oro, y al hombre en la boca del que le alaba. Aunque majes al necio en un mortero, entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad. Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas y mira con cuidado por tus rebaños, porque las riquezas no duran para siempre, ni una corona es para generaciones perpetuas.