MARCOS 6:1-21
MARCOS 6:1-21 RV2020
Jesús salió de allí y vino a su tierra acompañado por sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga y muchos, oyéndole, se admiraban y preguntaban: —¿De dónde saca este tales cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que se le ha concedido, y estos milagros que sus manos han realizado? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban por él. Pero Jesús les dijo: —No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, entre sus parientes y en su misma casa. No pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos poniendo las manos sobre ellos. La incredulidad de aquella gente le causaba asombro. Recorría las aldeas de las inmediaciones enseñando. Entonces convocó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, excepto el bastón: ni alforja ni pan ni dinero en el bolsillo; que calzaran sandalias y no vistiesen dos túnicas. Y añadió: —Donde quiera que sea, cuando entréis en una casa, permaneced en ella hasta que abandonéis ese lugar. Y si en algún lugar no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para que les sirva de testimonio. Sin duda os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra que para los de aquella ciudad. Los discípulos, habiendo salido, proclamaban que se arrepintieran. También echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban. La fama de Jesús llegó a oídos del rey Herodes, pues su nombre se había divulgado profusamente. Unos decían: —Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Otros: «Es Elías». Y otros: «Es un profeta o alguno de los profetas». Al oírlo Herodes, dijo: —Este es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado de entre los muertos. Porque el mismo Herodes había ordenado apresar a Juan y le tuvo encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe y con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: —No te está permitido tener la mujer de tu hermano. Herodías abrigaba rencor contra él y deseaba matarlo; pero no podía, porque Herodes temía a Juan: sabía que era un hombre justo y santo, y le protegía. Se quedaba muy perplejo cuando le escuchaba, pero lo hacía con agrado. Para Herodías llegó la oportunidad cuando Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, ofrecía un banquete a sus príncipes, tribunos y altos dignatarios de Galilea.