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MATEO 8

8
3. Manifestaciones de poder y misericordia (8.1–9.34)
Jesús sana a un leproso
(Mc 1.40-45; Lc 5.12-16)
1Cuando descendió Jesús del monte,#5.1. le seguía mucha gente. 2Entonces se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo:
—Señor,#7.21. si quieres puedes limpiarme.
3Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo:
—Quiero, sé limpio.
Al instante su lepra desapareció y 4Jesús le advirtió:
—Mira, no lo digas a nadie, # 9.30. sino ve, muéstrate al sacerdote#Lc 17.14.y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, #Lv 14.1-32. para testimonio de la curación ante ellos.#Mc 1.44.
Jesús sana al siervo de un centurión#Jn 4.46-53.
(Lc 7.1-10)
5Al entrar Jesús en Capernaún, se le acercó un centurión rogándole:
6—Señor,#7.21. mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
7Jesús le dijo:
—Iré y lo sanaré.
8Respondió el centurión:
—Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará, 9pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados a mis órdenes; le digo a este: «Ve», y va; y al otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.
10Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían:
—Os aseguro que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;#Lc 13.29; Mt 22.10; Mc 14.25. 12pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el rechinar de dientes. #13.42,50; 22.13; 24.51; 25.30; Lc 13.28.
13Entonces Jesús dijo al centurión:
—Ve, y que te sea hecho tal como creíste. # 9.22+,29; 15.28.
Y en aquel mismo momento su criado quedó sano.
Jesús sana a la suegra de Pedro
(Mc 1.29-34; Lc 4.38-41)
14Fue Jesús a casa de Pedro y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. 15Entonces tocó su mano y la fiebre la dejó; ella se levantó y los servía.
Jesús sana a muchos enfermos
16Al llegar la noche, le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra#Cf. v. 8; Mc 2.10-11; Lc 4.36. echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos, 17para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:#1.22. Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.#Is 53.4; Mt 4.24+.
Los que querían seguir a Jesús
(Lc 9.57-62)
18Viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, mandó pasar al otro lado del lago. 19Entonces se le acercó un escriba y le dijo:
—Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
20Jesús le respondió:
—Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
21Otro de sus discípulos le dijo:
—Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
22Jesús contestó:
—Sígueme; # 9.9 (= Mc 2.14 = Lc 5.27); 19.21 (= Mc 10.21 = Lc 18.22); Lc 9.59; Jn 1.43; 21.19. Cf. también Mt 4.19 (= Mc 1.17). deja que los muertos entierren a sus muertos. #10.37; Lc 14.26.
Jesús calma la tempestad
(Mc 4.35-41; Lc 8.22-25)
23Entró Jesús en la barca y sus discípulos le siguieron. 24De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía. 25Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo:
—¡Señor,#7.21. sálvanos, que perecemos!
26Él les dijo:
—¿Por qué teméis, hombres de poca fe? # 6.30+.
Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. 27Los hombres, maravillados, decían:
—¿Quién es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Los endemoniados gadarenos
(Mc 5.1-20; Lc 8.26-39)
28Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, #Mc 5.1; Lc 8.26. vinieron a su encuentro dos hombres endemoniados que salían de entre los sepulcros. Eran tan feroces que nadie podía pasar por aquel camino. 29Y clamaron:
—¡Déjanos en paz, Hijo de Dios!#2.15. ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
30Pacía lejos de ellos un hato de muchos cerdos. 31Y los demonios le rogaron:
—Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.
32Él les dijo:
—Id.
Ellos salieron y se fueron a aquel hato de cerdos. Entonces todo el hato se lanzó al mar por un despeñadero y perecieron en las aguas. 33Los que lo apacentaban huyeron y al llegar a la ciudad contaron todas las cosas y lo que había pasado con los endemoniados. 34Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le rogaron que se fuera de esa región.

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