MATEO 5:1-48
MATEO 5:1-48 RV2020
Al ver la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos y él empezó a enseñarles diciendo: —Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué la sazonaréis? No sirve ya para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por la gente. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los demás, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. No penséis que he venido para abolir la Ley o los Profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir, porque os aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, aunque sea muy pequeño, y así lo enseñe a los demás, muy pequeño será considerado en el reino de los cielos; pero aquel que los cumpla y los enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que fue dicho a los antiguos: No matarás , y cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga «Necio» a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga «Fatuo», quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo, delante del altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y después vuelve al altar y, entonces sí, presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, en tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último céntimo. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio . Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y deshazte de él, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y deshazte de ella, pues mejor te es perder uno de tus miembros que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio . Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, la pone en peligro de cometer adulterio; y el que se casa con la repudiada comete adulterio. Además habéis oído que se dijo a los antepasados: No jurarás en falso, sino que cumplirás lo que juraste al Señor. Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Sea vuestro hablar: «Sí, sí» o «No, no», porque lo que es más de esto, de mal procede. Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente . Pero yo os digo: No respondáis violentamente contra el que os haga daño; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.