MATEO 17:9-27
MATEO 17:9-27 RV2020
Al descender del monte, Jesús les dio esta orden: —No digáis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Sus discípulos le preguntaron: —¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondió Jesús: —A la verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas. Pero os digo que Elías ya vino y no lo conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. Así también el Hijo del Hombre padecerá a manos de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista. Cuando llegaron adonde estaba la gente, se le acercó un hombre que se arrodilló delante de él diciendo: —Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y sufre muchísimo. Muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua. Lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo. Respondió Jesús: —¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo aquí. Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora. Se acercaron entonces los discípulos y le preguntaron aparte: —¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: —Por vuestra poca fe. Os aseguro que si tenéis fe como un grano de mostaza diréis a este monte: «Pásate de aquí allá», y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género de demonio no sale sino con oración y ayuno. Estando en Galilea, Jesús les dijo: —El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres y lo matarán, pero al tercer día resucitará. Los discípulos se entristecieron mucho. Cuando llegaron a Capernaún, se acercaron a Pedro los que cobraban los impuestos del templo y le preguntaron: —¿Vuestro Maestro no paga el impuesto del templo? Él dijo: —Sí. Al entrar Pedro en casa, Jesús le preguntó: —¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos o de los extraños? Pedro le respondió: —De los extraños. Jesús le dijo: —Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderlos ve al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que saques, ábrele la boca y hallarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mí y por ti.