MATEO 13:1-33
MATEO 13:1-33 RV2020
Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Se le acercó mucha gente, así que él subió a una barca y se sentó. La gente se quedó en la orilla y Jesús les enseñó muchas cosas por parábolas como estas: —Un sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque aquel terreno no tenía profundidad, pero cuando salió el sol se quemó y como no tenía raíz se secó. Parte cayó entre espinos y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero parte de las semillas cayó en buena tierra y dieron fruto, unas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos para oír, oiga. Entonces se le acercaron los discípulos y le preguntaron: —¿Por qué les hablas por medio de parábolas? Él les respondió: —Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no, pues a cualquiera que tiene se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis, porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido: y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos ni con el corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane . Pero dichosos vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. Escuchad, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra del reino pero no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, tropieza sin dilación. El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y se hace infructuosa. Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Les refirió otra parábola: —El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se fue. Cuando brotó la semilla y dio fruto, apareció también la cizaña. Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?». Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto». Y los siervos le dijeron: «¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?». Él les dijo: «No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega. Entonces yo diré a los segadores: “Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”». También les refirió esta otra parábola: —El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. Esta es, por cierto, la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas. Otra parábola les dijo: —El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó leudado.