LUCAS 23:8-24
LUCAS 23:8-24 RV2020
Herodes, al ver a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba conocerle. Había oído muchas cosas acerca de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Y aunque le hizo muchas preguntas, Jesús no respondió nada. Los principales sacerdotes y los escribas le acusaban acaloradamente. Entonces Herodes y sus soldados lo humillaron y se rieron de él vistiéndole con ropajes lujosos, y lo enviaron de vuelta a Pilato. Aquel día, Pilato y Herodes se hicieron amigos, pues hasta aquel momento habían estado enemistados. Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, y les dijo: —Me habéis traído a este hombre diciendo que perturba al pueblo, pero después de haberle interrogado yo delante de vosotros, no le encuentro culpable de ninguno de los delitos de los que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha enviado de nuevo. Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte, así que le castigaré y después le soltaré. En la fiesta de la Pascua el gobernador estaba obligado a conceder la libertad a un preso. Pero todo el gentío gritaba al unísono: —¡Fuera con ese. Suéltanos a Barrabás! El tal Barrabás estaba en la cárcel a causa de una rebelión que había tenido lugar en la ciudad y por un homicidio. Pilato, que quería poner en libertad a Jesús, habló de nuevo a la gente, pero ellos volvieron a gritar: —¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Él, por tercera vez, se dirigió al pueblo: —¿Pero qué delito ha cometido? No he descubierto en él ningún crimen que merezca la muerte. Le castigaré y le soltaré. Pero ellos seguían pidiendo a gritos que fuera crucificado. Y, finalmente, prevalecieron las voces del gentío y de los principales sacerdotes. Entonces Pilato sentenció que se hiciera lo que pedían