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LEVÍTICO 14:1-57

LEVÍTICO 14:1-57 RV2020

El Señor dijo a Moisés: —Esta será la ley para el leproso cuando se limpie: Será presentado al sacerdote, el cual saldrá del campamento y lo examinará. Si ve que está sana la llaga, el sacerdote mandará traer para el que se purifica dos avecillas vivas limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Luego el sacerdote mandará matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes. Rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra y, tras declararlo limpio, soltará la avecilla viva en el campo. El que se purifica lavará sus vestidos, afeitará todo su pelo y se lavará con agua, y quedará limpio. Después entrará en el campamento, pero permanecerá fuera de su tienda siete días. Al séptimo día se afeitará todo el pelo de su cabeza, la barba, las cejas de sus ojos, o sea, todo su pelo; lavará sus vestidos y bañará su cuerpo en agua, y quedará limpio. El día octavo tomará dos corderos sin defecto, una cordera de un año sin tacha, seis kilos de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y medio litro de aceite. Y el sacerdote que lo purifica presentará delante del Señor al que se ha de limpiar con aquellas cosas a la puerta del tabernáculo de reunión. El sacerdote tomará un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el medio litro de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante del Señor. Degollará el cordero en el lugar donde se degüella el sacrificio por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario, pues como la víctima por el pecado, así también la víctima por la culpa pertenece al sacerdote: se trata de algo sumamente sagrado. Después, el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Asimismo, el sacerdote tomará un poco del medio litro de aceite, lo echará sobre la palma de su mano izquierda, mojará su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcirá del aceite con su dedo siete veces delante del Señor. Y de lo que quede del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa. Lo que quede del aceite que tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica. Así hará el sacerdote expiación por él delante del Señor. Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; después degollará el holocausto y hará subir el holocausto y la ofrenda sobre el altar. Así hará el sacerdote expiación por él, y quedará limpio. Pero si es pobre, y no tiene para tanto, entonces tomará un cordero para ser ofrecido como ofrenda mecida por la culpa, para reconciliarse, y dos kilos de flor de harina amasada con aceite para la ofrenda, medio litro de aceite y dos tórtolas o dos palominos, según pueda; uno será para la expiación por el pecado y el otro para el holocausto. Al octavo día de su purificación traerá estas cosas al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante del Señor. El sacerdote tomará el cordero de la expiación por la culpa y el medio litro de aceite, y los mecerá como ofrenda mecida delante del Señor. Luego degollará el cordero de la culpa, y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima y la pondrá sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Y el sacerdote echará del aceite sobre la palma de su mano izquierda, y con su dedo derecho rociará del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante del Señor. También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar donde puso la sangre de la víctima. Y lo que sobre del aceite que el sacerdote tiene en su mano, lo pondrá sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante del Señor. Asimismo, ofrecerá una de las tórtolas o uno de los palominos, según lo que pueda; uno como sacrificio de expiación por el pecado y el otro como holocausto, además de la ofrenda. Así hará el sacerdote expiación por el que se ha de purificar, delante del Señor. Esta es la ley para el que haya tenido llaga de lepra, y no tenga más para su purificación. Habló también el Señor a Moisés y a Aarón: —Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, la cual os doy en posesión, si yo mando una plaga de lepra sobre alguna casa, aquel a quien esta pertenezca irá a dar aviso al sacerdote: «Algo como una plaga ha aparecido en mi casa». Entonces el sacerdote mandará desocupar la vivienda antes de entrar a examinar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que allí esté. Después el sacerdote entrará a examinarla. Examinará la plaga, y si se ven manchas en las paredes de la casa, manchas verdosas o rojizas, más profundas que la superficie de la pared, el sacerdote saldrá a la puerta de la casa y la cerrará durante siete días. Al séptimo día volverá y la examinará; si la plaga se ha extendido en las paredes de la casa, entonces el sacerdote mandará arrancar las piedras en que esté la plaga, y las echarán en un lugar inmundo fuera de la ciudad. Después hará raspar todo el interior de la vivienda, y echarán fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que raspen. Entonces tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las que hayan quitado, y tomarán otro barro para recubrir toda la casa. Si la plaga vuelve a brotar en aquella casa después que se hizo arrancar las piedras, raspar la pared y recubrirla, entonces el sacerdote entrará y la examinará; y si parece haberse extendido la plaga en la casa, se trata de lepra maligna: la vivienda está inmunda. Derribará, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de materiales, y lo sacarán todo a un lugar inmundo fuera de la ciudad. Cualquiera que entre en aquella casa durante los días en que permanezca cerrada, quedará impuro hasta la noche. El que duerma en aquella casa lavará sus vestidos; también el que coma allí lavará sus vestidos. Pero si el sacerdote entra y la examina, y ve que la plaga no se ha extendido después que fue recubierta, declarará limpia la casa, porque la plaga ha desaparecido. Entonces tomará para limpiar la vivienda dos avecillas, y madera de cedro, grana e hisopo; degollará una avecilla en una vasija de barro sobre aguas corrientes. Tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces. Así la purificará con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana. Luego soltará la avecilla viva fuera en el campo, fuera de la ciudad. Así hará expiación por la casa, y quedará limpia. Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra y de tiña, de la lepra del vestido y de la casa, y acerca de la hinchazón, de la erupción y de la mancha blanca, para enseñar cuándo se es impuro y cuándo limpio. Esta es la ley tocante a la lepra.