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ISAÍAS 37

37
Judá, librada de Senaquerib
(2 R 19.1-37; 2 Cr 32.20-23)
1Cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos y, cubierto de ropas ásperas, vino a la casa del Señor. 2Y envió a Eliaquim, el mayordomo; a Sebna, el escriba, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de ropas ásperas, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz. 3Ellos le dijeron:
—Esto ha dicho Ezequías: «Día de angustia, de castigo y de deshonra es este día, porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, pero la que da a luz no tiene fuerzas. 4Quizá ha escuchado el Señor, tu Dios, las palabras del copero mayor, al cual el rey de Asiria, su señor, ha enviado para blasfemar contra el Dios vivo; ojalá que el Señor, tu Dios, lo castigue por las palabras que ha escuchado. Eleva, pues, una oración tú por el resto que aún ha quedado».
5Los siervos de Ezequías fueron a hablar con Isaías. 6Y les dijo Isaías:
—Decid a vuestro señor que así ha dicho el Señor: «Que no te asusten las palabras insultantes que has oído proferir a los siervos del rey de Asiria contra mí. 7Yo pondré en él un espíritu, oirá un rumor y se volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada».
8El copero mayor se enteró de que el rey de Asiria se había retirado de Laquis. Entonces regresó a su país y se encontró con que el rey estaba atacando Libna. 9Cuando se enteró de que Tirhaca, el rey de Etiopía, se había puesto en camino para plantarle batalla, envió emisarios a Ezequías con este mensaje:
10—Decid a Ezequías, rey de Judá: «No te dejes engañar por tu Dios, en quien confías, si te dice: “Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria”. 11He aquí que tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, que las han destruido. ¿Y escaparás tú? 12¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que destruyeron mis antepasados, a Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que moraban en Telasar? 13¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, el de Hena y el de Iva?».
14Tomó Ezequías las cartas de manos de los embajadores y las leyó. Luego subió a la casa del Señor y las extendió delante del Señor. 15Entonces Ezequías oró al Señor:
16—Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines,#Ex 25.22. solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. 17Inclina, Señor, tu oído, y oye; abre, Señor, tus ojos, y mira. Escucha todas las palabras que Senaquerib ha enviado a decir, para blasfemar contra el Dios viviente. 18Ciertamente, Señor, los reyes de Asiria han destruido todas las tierras y sus comarcas 19y han entregado los dioses de ellos al fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos humanas, madera y piedra; por eso los han destruido.#36.18-20. 20Ahora pues, Señor, Dios nuestro, líbranos de sus manos, para que todos los reinos de la tierra conozcan que solo tú eres el Señor.
21Entonces, Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías:
—Así ha dicho el Señor, Dios de Israel, acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib, rey de Asiria. 22Estas son las palabras que el Señor ha hablado contra él:#10.5-19,24-27; 14.24-27; 30.27-33; Nah 1–3; Sof 2.13-15.
La virgen hija de Sion
te menosprecia, se burla de ti;
a tus espaldas mueve su cabeza
la hija de Jerusalén.
23¿A quién has ultrajado y contra quién has blasfemado?
¿Contra quién has levantado tu voz
y alzado altaneramente tus ojos?
¡Contra el Santo de Israel!
24Por medio de tus siervos
has ultrajado al Señor
y has dicho: «Con la multitud de mis carros
subiré a las alturas de los montes,
a las laderas del Líbano;
cortaré sus altos cedros,
sus cipreses escogidos;
llegaré hasta sus más elevadas cumbres,
a su bosque más frondoso.
25Yo cavé y bebí las aguas,
y con las pisadas de mis pies
secaré todos los ríos de Egipto».
26¿No has oído decir
que desde tiempos antiguos yo lo he hecho,
que desde los días de la antigüedad lo tengo determinado?
Pues ahora lo he hecho venir.
Y tú estás puesto para reducir las ciudades fortificadas
a montones de escombros.
27Sus habitantes, impotentes,
acobardados y confusos,
fueron como hierba del campo
y hortaliza verde,
como musgo que brota en el tejado,
que antes de tiempo se seca.
28He conocido tu condición,
tu idas y venidas,
y tu furor contra mí.
29Porque contra mí te airaste
y tu arrogancia ha llegado a mis oídos;
pondré, pues, mi garfio en tu nariz
y mi freno en tus labios,
y te haré volver por el camino
por donde viniste.
30Esto te servirá de señal:
Comeréis este año lo que crezca por sí solo,
y el segundo año lo que brote sin sembrar,
pero el tercer año sembraréis y cosecharéis,
plantaréis viñas y comeréis su fruto.
31Y los que hayan quedado de la casa de Judá,
y los que hayan escapado,
volverán a echar raíz abajo
y darán fruto arriba.
32Porque de Jerusalén saldrá un resto#10.21+.
y del monte de Sion los supervivientes.#4.2-6.
El celo del Señor de los ejércitos hará esto.
33Por tanto, así dice el Señor acerca del rey de Asiria:
«No entrará en esta ciudad
ni lanzará contra ella una sola flecha;
no se enfrentará a ella con escudos#Ez 26.8.
ni levantará contra ella ningún baluarte.
34Por el camino que vino, volverá
y no entrará en esta ciudad,
dice el Señor.
35Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla,
por amor a mí mismo y por amor a David, mi siervo».
36Y salió el ángel del Señor y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, todo era cadáveres. 37Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se fue y se estableció en Nínive. 38Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc, su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esarhadón, su hijo.

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