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ISAÍAS 10:5-34

ISAÍAS 10:5-34 RV2020

¡Ay de Asiria! Vara y bastón de mi furor, en su mano he puesto mi ira. La mandaré contra una nación pérfida; contra el pueblo de mi ira la enviaré, para que quite los despojos y arrebate la presa, y lo ponga para ser pisoteado como lodo de las calles; pero él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y arrasar una nación tras otra. Porque él dice: «Mis príncipes, ¿no son todos reyes? ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco? Así como mi mano alcanzó los reinos de los ídolos, cuyas imágenes eran más que las de Jerusalén y de Samaria; y así como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también a Jerusalén y a sus ídolos?». Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria y la arrogante altivez de sus ojos. Porque dijo: «Lo he hecho con el poder de mi mano y con mi sabiduría, porque he sido inteligente. Quité los territorios de los pueblos, saqueé sus tesoros y derribé como un valiente a los que estaban sentados. Mi mano halló, como si fueran un nido, las riquezas de los pueblos. Como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra, y no hubo quien moviera un ala ni abriera el pico para graznar». ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el bastón levantara al que lo levanta! ¡Como si levantara la vara al que no es un leño! Por esto, el Señor de los ejércitos enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su hígado encenderá una hoguera como ardor de fuego. Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá por completo, en cuerpo y alma, y vendrá a ser como abanderado derrotado. Y los árboles que queden en su bosque serán tan escasos que hasta un niño los podrá contar. Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en el Señor, el Santo de Israel. Un resto volverá, el resto de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque aunque tu pueblo, Israel, sea como las arenas del mar, solo el resto de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. Pues el Señor de los ejércitos, consumará el exterminio ya determinado en medio de la tierra. Por tanto, el Señor de los ejércitos dice así: Pueblo mío, que habitas en Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá y contra ti alzará su bastón, a la manera de Egipto; pero dentro de muy poco tiempo se acabará mi furor contra ti, y mi enojo los destruirá. Y el Señor de los ejércitos levantará el látigo contra él, como en la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar, como lo hizo en el camino de Egipto. Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá por cuanto tú eres mi ungido. Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón y en Micmas contará su ejército. Pasaron el vado, se alojaron en Geba, Ramá tembló y Gabaa de Saúl huyó. ¡Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecita Anatot! Madmena se alborotó y los habitantes de Gebim huyen. Aún vendrá día cuando reposará en Nob y alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén. El Señor de los ejércitos desgajará el ramaje con violencia; los árboles de gran altura serán cortados, los altos serán derribados. Cortará con hierro la espesura del bosque y el Líbano caerá con estruendo.