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HEBREOS 9:11-28

HEBREOS 9:11-28 RV2020

Pero Cristo ya ha venido como sumo sacerdote de los bienes futuros. Él, a través del tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanas, es decir, que no es de este mundo creado, entró una sola vez y para siempre en el Lugar santísimo, y no por medio de la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por medio de su propia sangre, y así obtuvo para nosotros la redención eterna. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifica y purifica sus cuerpos, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Por eso, Cristo es mediador de un nuevo pacto. Con su muerte ha obtenido la liberación de los pecados cometidos bajo el primer pacto, haciendo posible que los llamados reciban la herencia eterna que les ha sido prometida. Para que un testamento se haga efectivo, es necesario que se compruebe la muerte del testador, pues el testamento solo entra en vigor cuando muere el que lo hizo, y no es válido mientras el testador esté vivo. Por eso, ni siquiera el primer pacto fue instituido sin sangre, porque después de que Moisés anunció todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos junto con agua, la lana escarlata y ramas de hisopo, y roció el libro de la ley y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado . Además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los utensilios que se utilizaban en el culto. Y según la ley, casi todo es purificado con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados. De modo que, si fue necesario purificar de esa manera aquellas cosas que tan solo son símbolos de las realidades celestiales, entonces las mismas realidades celestiales requieren de mejores sacrificios que esos. En efecto, Cristo no entró en el santuario hecho por manos humanas, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo. Ahora, en cambio, en la consumación de los tiempos, se presentó una sola vez y para siempre y, por su sacrificio, quitó de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido que todos los seres humanos mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos. Luego aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan.

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