HEBREOS 7:11-28
HEBREOS 7:11-28 RV2020
Pues bien, si la perfección se alcanzara por medio del sacerdocio levítico —bajo el cual el pueblo recibió la ley—, ¿qué necesidad habría aún de que se levantara otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuera llamado según el orden de Aarón? Porque un cambio de sacerdocio también demanda necesariamente un cambio de ley. Y aquel, de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque es bien sabido que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual Moisés nada dijo con relación al sacerdocio. Y esto es aún más evidente, si se levanta un nuevo sacerdote semejante a Melquisedec, que no es nombrado de acuerdo con una ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible, pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Así que el mandamiento anterior queda derogado por ser endeble e ineficaz, pues la ley nada perfeccionó, y en su lugar se introduce una mejor esperanza, por medio de la cual nos acercamos a Dios. Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros sacerdotes fueron nombrados sin juramento; pero este fue nombrado con el juramento del que le dijo: Juró el Señor y no se arrepentirá: tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec . Por tanto, Jesús es hecho garante de un mejor pacto. Además, los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, porque la muerte les impedía continuar; pero este, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable. Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, pues vive siempre para interceder por ellos. Un sumo sacerdote así era el que nosotros necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo. Jesús hizo esto de una vez para siempre, al ofrecerse a sí mismo. La ley nombra sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, nombra al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.