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HEBREOS 3:5-19

HEBREOS 3:5-19 RV2020

Por un lado, Moisés a la verdad fue fiel en todo lo relacionado con la casa de Dios, aunque solo como siervo para testimonio de lo que se iba a decir. Pero, por otro lado, Cristo, en calidad de Hijo, está a cargo de la casa de Dios. Y esta casa somos nosotros mismos, si mantenemos firme la confianza y la alegría que brota de la esperanza. Por eso, como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me pusieron a prueba aunque habían visto mis obras durante cuarenta años. Por eso me disgusté contra aquella generación y dije: «Siempre andan con su mente extraviada y no han conocido mis caminos». Por tanto, juré en mi ira: «No entrarán en mi reposo». Tened cuidado, hermanos, no sea que alguno de vosotros tenga un corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios vivo. Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, mientras dura ese: «Hoy», para que la seducción del pecado no endurezca vuestras conciencias. Porque hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio. Por lo cual dice: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, tras haber oído, lo provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado durante cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

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