GÉNESIS 27:1-29
GÉNESIS 27:1-29 RV2020
Aconteció que cuando Isaac envejeció y sus ojos se oscurecieron, de modo que quedó sin vista, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —¡Hijo mío! Él respondió: —Aquí me tienes. —Ya soy viejo —dijo Isaac— y no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo a cazarme algo. Hazme un guisado como a mí me gusta; tráemelo y comeré, para que yo te bendiga antes de morir. Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rebeca habló a su hijo Jacob: —Mira, yo he oído a tu padre, que hablaba con tu hermano Esaú y le decía: «Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma y te bendiga en presencia del Señor antes de morir». Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al ganado y tráeme de allí dos buenos cabritos, y haré con ellos un guisado para tu padre, como a él le gusta. Tú se lo llevarás a tu padre, y él comerá, para que te bendiga antes de su muerte. Pero Jacob dijo a Rebeca, su madre: —Mi hermano Esaú es hombre velludo, y yo lampiño. Quizá me palpe mi padre; me tendrá entonces por impostor y traeré sobre mí maldición en vez de bendición. Su madre respondió: —Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz: ve y tráemelos. Entonces él fue, los tomó y los trajo a su madre y ella preparó un guiso como a su padre le gustaba. Después tomó Rebeca los vestidos de Esaú, su hijo mayor, los más preciosos que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor. Luego, con las pieles de los cabritos, cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, y puso en manos de su hijo Jacob el guisado y el pan que había preparado. Entonces este fue a su padre y dijo: —Padre mío. Isaac respondió: —Aquí me tienes. ¿Quién eres tú, hijo mío? —Yo soy Esaú tu primogénito —respondió Jacob—. He hecho como me habías dicho. Levántate ahora, siéntate y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: —¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Jacob respondió: —Porque el Señor, tu Dios, hizo que la encontrara delante de mí. Isaac dijo a Jacob: —Acércate ahora y te palparé, hijo mío, para ver si eres o no mi hijo Esaú. Se acercó Jacob a su padre Isaac, quien lo palpó, y dijo: «La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las de Esaú». Y no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las manos de Esaú; y lo bendijo. Volvió a preguntar Isaac: —¿Eres tú mi hijo Esaú? Jacob respondió: —Yo soy. Dijo entonces: —Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga. Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac, su padre: —Acércate ahora y bésame, hijo mío. Jacob se acercó y lo besó. Olió Isaac el olor de sus vestidos, y lo bendijo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que el Señor ha bendecido. Dios, pues, te dé del rocío del cielo y de los frutos de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Que te sirvan los pueblos y las naciones se inclinen delante de ti. Sé señor de tus hermanos y ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Malditos sean los que te maldigan y benditos los que te bendigan.