EZEQUIEL 47:1-23
EZEQUIEL 47:1-23 RV2020
Me hizo volver luego a la entrada del templo. Y vi que salían aguas por debajo del umbral del templo hacia el oriente, porque la fachada del templo estaba al oriente; y las aguas descendían por debajo, hacia el lado derecho del templo, al sur del altar. Me sacó por el camino de la puerta del norte y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Salió aquel hombre hacia el oriente con un cordel en la mano. Midió quinientos metros y me hizo pasar por las aguas, que me llegaban hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar por las aguas, que me llegaban hasta las rodillas. Midió luego otros quinientos metros y me hizo pasar por las aguas, que me llegaban hasta la cintura. Midió otros quinientos metros, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía vadear sino a nado. Y me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?». Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y al volver vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Entonces me dijo: —Estas aguas salen a la región del oriente, descienden al Arabá y entran en el mar. Y al entrar en el mar, las aguas son saneadas. Todo ser viviente que nade por dondequiera que entren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, pues serán saneadas. Todo lo que entre en este río vivirá. Junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes. Y los peces, según su especie, serán tan abundantes como los peces del mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no serán saneadas: quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario. Su fruto será para alimento y su hoja para medicina. Así ha dicho el Señor: Estos son los límites según los cuales repartiréis la tierra por heredad entre las doce tribus de Israel. José tendrá dos partes. La heredaréis tanto los unos como los otros; por ella alcé mi mano para jurar que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta será la tierra de vuestra heredad. Este será el límite de la tierra hacia el lado del norte: desde el mar Grande, camino de Hetlón a Zedad, Hamat, Berota, Sibraim, que está entre el límite de Damasco y el límite de Hamat; Hazar-haticón, que es el límite de Haurán. Y será el límite del norte desde el mar hasta Hazar-enán en el límite de Damasco al norte, y al límite de Hamat al lado del norte. Del lado del oriente, en medio de Haurán y de Damasco, y de Galaad y de la tierra de Israel, al Jordán; esto mediréis como límite hasta el mar oriental. Del lado meridional, hacia el sur, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde Cades hacia el arroyo y hasta el mar Grande. Este será el lado meridional, el sur. Del lado del occidente, el mar Grande será el límite hasta enfrente de la entrada de Hamat; este será el lado occidental. Repartiréis, pues, esta tierra entre vosotros, según las tribus de Israel. Echaréis sobre ella suertes por heredad para vosotros y para los extranjeros que vivan entre vosotros, aquellos que entre vosotros hayan engendrado hijos. Los tendréis como a iguales entre los hijos de Israel, echarán suertes con vosotros para tener heredad entre las tribus de Israel. En la tribu en que viva el extranjero, allí le daréis su heredad, ha dicho el Señor.