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EZEQUIEL 20:1-32

EZEQUIEL 20:1-32 RV2020

El año séptimo, el día diez del quinto mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar al Señor, y se sentaron delante de mí. Y vino a mí palabra del Señor: —Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel: Así ha dicho el Señor: ¿A consultarme venís vosotros? Vivo yo, que no os responderé, dice el Señor. ¿Quieres tú juzgarlos? ¿Los quieres juzgar tú, hijo de hombre? Hazles conocer las abominaciones de sus padres, y diles: Así ha dicho el Señor: El día que escogí a Israel y que alcé mi mano para jurar a la descendencia de la casa de Jacob, cuando me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto, cuando alcé mi mano y les juré: Yo soy el Señor, vuestro Dios; aquel día que les alcé mi mano, juré que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que les había provisto, la cual fluye leche y miel y es la más hermosa de todas las tierras, y entonces les dije: Desprendeos de todos y cada uno de los dioses falsos que os seducen, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo soy el Señor, vuestro Dios. Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron obedecerme; no se desprendieron de los dioses falsos que los seducían, ni dejaron los ídolos de Egipto. Entonces dije que derramaría mi ira sobre ellos, para consumar mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto. Con todo, a causa de mi nombre, para que no se profanara ante los ojos de las naciones en medio de las cuales estaban, ante cuyos ojos fui conocido, actué para sacarlos de la tierra de Egipto. Los saqué de la tierra de Egipto y los traje al desierto. Les di mis estatutos y les hice conocer mis decretos, que dan vida a la persona que los cumple. Y les di también mis sábados, para que sirvieran de señal entre nosotros, para que supieran que yo soy el Señor que los santifico. Pero se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos y desecharon mis decretos, que dan vida a la persona que los cumple; y mis sábados profanaron todo lo que quisieron. Dije, por tanto, que en el desierto derramaría sobre ellos mi ira para exterminarlos. Pero actué a causa de mi nombre, para que no fuera profanado a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. También yo les alcé mi mano en el desierto y juré que no los traería a la tierra que les había dado, la cual fluye leche y miel y es la más hermosa de todas las tierras; porque desecharon mis decretos, no anduvieron en mis estatutos y profanaron mis sábados, ya que tras sus ídolos iba su corazón. Con todo, los miré con piedad: no los maté ni los exterminé en el desierto; antes bien, dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres ni guardéis sus leyes ni os contaminéis con sus ídolos. Yo soy el Señor, vuestro Dios: andad en mis estatutos, cumplid mis preceptos y ponedlos por obra. Santificad mis sábados, y sirvan de señal entre nosotros, para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios. Pero los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, aunque dan vida a la persona que los cumple; y profanaron mis sábados. Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para consumar mi enojo en ellos en el desierto. Sin embargo, retraje mi mano a causa de mi nombre, para que no fuera profanado a la vista de las naciones ante cuyos ojos los había sacado. También les alcé yo mi mano en el desierto, juré que los esparciría entre las naciones y que los dispersaría por las tierras, porque no pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis estatutos, profanaron mis sábados y tras los ídolos de sus padres se les fueron los ojos. Por eso yo también les di estatutos que no eran buenos y decretos por los cuales no podrían vivir. Y los contaminé en sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy el Señor. Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel: Así ha dicho el Señor: Aun en esto me ultrajaron vuestros padres cuando cometieron infidelidad contra mí. Porque yo los traje a la tierra sobre la cual había alzado mi mano y había jurado que habría de dársela, y miraron a todo collado alto y a todo árbol frondoso: allí sacrificaron sus víctimas, allí presentaron ofrendas que me irritan, allí pusieron también su incienso agradable y allí derramaron sus libaciones. Yo les dije: ¿Qué es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre «Bama» hasta el día de hoy. Di, pues, a la casa de Israel: Así ha dicho el Señor: ¿No os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, y fornicáis tras sus abominaciones? Porque al ofrecer vuestras ofrendas y al hacer pasar vuestros hijos por el fuego, os habéis contaminado con todos vuestros ídolos hasta hoy, ¿y habré de responderos yo, casa de Israel? ¡Vivo yo, dice el Señor, que no os responderé! Y no ha de suceder lo que habéis pensado. Porque vosotros decís: «Seamos como las naciones, como las demás familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra».