ÉXODO 7:1-25
ÉXODO 7:1-25 RV2020
El Señor dijo a Moisés: —Mira, delante de Faraón, te he hecho como un dios, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón, tu hermano, hablará a Faraón para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Pero yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. Faraón no os escuchará, pero yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré a mis ejércitos, a mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. Moisés y Aarón hicieron exactamente lo que les ordenó el Señor. Tenía Moisés ochenta años de edad, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón. Dijo el Señor a Moisés y a Aarón: —Si Faraón os responde: «Mostrad un milagro», dirás a Aarón: «Toma tu vara y échala delante de Faraón, para que se convierta en una serpiente». Fueron, pues, Moisés y Aarón ante Faraón, e hicieron como lo había mandado el Señor. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se convirtió en una serpiente. Entonces llamó también Faraón a los sabios y hechiceros, e hicieron lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues cada uno echó su vara, y estas se volvieron serpientes; pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos. Sin embargo, el corazón de Faraón se endureció, y no les hizo caso, como lo había dicho el Señor. Entonces el Señor dijo a Moisés: —El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. Ve por la mañana a Faraón cuando baje al río. Saldrás a su encuentro en la ribera y llevarás en tu mano la vara que se volvió serpiente, y le dirás: «El Señor, el Dios de los hebreos me ha enviado a ti para que te diga: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto”; pero hasta ahora no has querido escuchar. Así ha dicho el Señor: “En esto conocerás que yo soy el Señor: Voy a golpear con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre”. Los peces que hay en el río morirán; apestará el río, y los egipcios tendrán asco de beber sus aguas». El Señor dijo a Moisés: —Di a Aarón: Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre y haya sangre por toda la tierra de Egipto, hasta en los vasos de madera y en los de piedra. Moisés y Aarón hicieron como lo mandó el Señor. Alzó la vara, golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos, y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. Asimismo, los peces que había en el río murieron; el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Pero los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, así que el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, como lo había dicho el Señor. Faraón se volvió y regresó a su casa, sin prestar atención tampoco a esto. Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. Así pasaron siete días después de que el Señor hiriera el río.