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ÉXODO 18:1-24

ÉXODO 18:1-24 RV2020

Oyó Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés y con Israel, su pueblo, y cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto. Como Moisés había enviado a Séfora, su mujer, a la casa de Jetro, su suegro, este la tomó, junto con sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Gersón, porque había dicho: «Forastero he sido en tierra ajena»; y el otro se llamaba Eliezer, porque había dicho: «El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada de Faraón». Cuando Jetro, el suegro de Moisés, llegó con los hijos y la mujer de este junto al monte de Dios en el desierto, donde estaba acampado Moisés, le dijo: —Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti con tu mujer y sus dos hijos. Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó y le besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron a la tienda. Moisés contó a su suegro todas las cosas que el Señor había hecho a Faraón y a los egipcios por amor a Israel, todo el trabajo que habían pasado en el camino y cómo los había librado el Señor. Se alegró Jetro de todo el bien que el Señor había hecho a Israel al haberlo librado de manos de los egipcios. Y añadió: —Bendito sea el Señor, que os libró de manos de los egipcios y de manos de Faraón. Él ha librado al pueblo de manos de los egipcios. Ahora conozco que el Señor es más grande que todos los dioses, porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos. Luego tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios. Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a dirimir los pleitos del pueblo, y los israelitas acudieron a él desde la mañana hasta la tarde. Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: —¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, mientras todo el pueblo permanece delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Moisés respondió a su suegro: —Porque el pueblo acude a mí para conocer la voluntad de Dios. Cuando tienen algún pleito, vienen a mí; yo juzgo entre el uno y el otro, y les doy a conocer los preceptos y leyes de Dios. Entonces el suegro de Moisés le dijo: —No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú y también este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti y no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz: yo te aconsejaré y Dios estará contigo. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen. Debes también enseñarles los preceptos y las leyes, muéstrales el camino por donde deben andar y lo que han de hacer. Además, escoge tú de entre todo el pueblo a hombres capacitados, temerosos de Dios, hombres veraces, que aborrezcan la avaricia, y ponlos sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo momento; todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así se aliviará tu carga, pues ellos la llevarán contigo. Si haces esto, y Dios así te lo ordena, podrás resistir; además, todo el pueblo volverá en paz a su casa. Moisés atendió el consejo de su suegro, e hizo todo lo que él le dijo.

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